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Dario Migliucci

Las embestidas de Madrid refuerzan a Berlusconi

Durante la reciente campaña electoral la derecha italiana –tal vez inexperta en asuntos españoles– repitió una y otra vez que su modelo en materia de lucha contra la inmigración clandestina era precisamente la España socialista de Zapatero.

La guerra fría entre España e Italia desemboca en un espantoso choque abierto tras las gravísimas acusaciones de Madrid dirigidas hacia las políticas del Ejecutivo de Silvio Berlusconi en materia de inmigración clandestina. Se trata de un enfrentamiento entre lo que muchos observadores internacionales definen como la peor derecha y la peor izquierda que hoy día gobiernan en Europa. Es más, la polémica alcanza a los talones de Aquiles de ambos gobiernos: el extremismo populista de una parte de la derecha italiana y la controvertida política exterior de España, marcada por una diplomacia desastrosa y por unas tomas de posiciones que han ridiculizado el papel de Madrid en el mundo.

Los dos Gobiernos, sin embargo, tienen algo en común. En primer lugar, ambos se han convertido en verdaderos expertos en el campo de las repentinas marchas atrás: tras meter la gamba de forma clamorosa en diversas ocasiones, España e Italia han aprendido el arte de empeorar todavía más la situación con embarazosas rectificaciones. Además, el Gobierno de Zapatero, el mismo que se ha autoproclamado campeón de hermandad y solidaridad, debería saber que durante la reciente campaña electoral la derecha italiana –tal vez inexperta en asuntos españoles– repitió una y otra vez que su modelo en materia de lucha contra la inmigración clandestina era precisamente la España socialista de Zapatero. No la administración norteamericana de Bush, ni tampoco la del francés Sarkozy, sino el Ejecutivo que acaba de acusar a Roma de "xenofobia y racismo".

El primer ataque lo llevó a cabo el viernes la vicepresidenta del Ejecutivo español, María Teresa Fernández de la Vega, que tras las protestas italianas fue acallada por sus mismos compañeros de Gobierno. El incendio diplomático parecía controlado cuando dos días más tarde el ministro español Celestino Corbacho volvió a atacar a los italianos, que de nuevo protestaron enérgicamente. El domingo por la noche, nueva marcha atrás de Madrid, y polémica otra vez adormecida. Pero el lunes por la mañana le toca a Bibiana Aído, que ha llegado a ofrecerse a pagar personalmente un psiquiatra a Berlusconi.

Que en las filas de la derecha italiana se hallen extremistas xenófobos –incluso personajes que han sido condenados por prender fuego a chabolas de inmigrantes– no es una novedad, y no se trata de un reciente descubrimiento español. Numerosos periódicos europeos, incluso los más conservadores, lo han repetido una y otra vez en los últimos quince años. Lo que extraña es el ardor con que el actual Gobierno de Madrid ataca a Berlusconi, ya que el mismo Ejecutivo socialista es generalmente mucho menos severo con la dictadura de Castro y de otros fanáticos.

Además, los ataques de estos días contrastan con las imágenes de la cumbre que tuvo lugar el pasado mes de noviembre en Santiago del Chile, cuando Zapatero reprendió a su amigo Chávez por haber insultado a Aznar afirmando que el ex presidente fue elegido por los ciudadanos españoles y que por lo tanto ultrajarle implicaba una falta de respeto hacia los españoles. ¿Acaso no ha sido elegido Berlusconi por los ciudadanos italianos? ¿Y no se merecen los italianos el mismo respecto que los españoles?

Es más. La vicepresidenta española ha abierto las hostilidades con Roma tras la divulgación de la noticia relativa a una operación llevada a cabo por la policía italiana que ha permitido la detención de cerca de 400 personas. He aquí la fuente de esta extraordinaria indignación de los socialistas españoles. Cabe recordar a De la Vega que de las personas detenidas en dicha operación no eran todas extranjeras. Suena raro que la policía italiana lleve a cabo medidas racistas contra los propios italianos. Además, no se trataba de una caza de clandestinos, sino de una operación contra organizaciones criminales a las que se acusa de favorecer la inmigración clandestina con el fin de explotar a las mujeres para la prostitución y a los hombres para el tráfico de droga. ¿Acaso en España no se arrestan a los criminales cuando son inmigrantes por no arriesgarse a ser tachados de xenófobos?

De todas formas, el Gobierno de Madrid ha logrado alcanzar un objetivo portentoso, hacer que Berlusconi –el jefe de Gobierno más amado, pero también más odiado en toda la historia de la República– fuese socorrido por casi todo el mundo político italiano. Una situación sin antecedentes: lo han defendido algunos miembros del partido demócrata e incluso la Italia de los Valores, hoy en día el partido que más se opone al Gobierno del Cavaliere. Zapatero deberá conformarse con los aplausos que ha recibido a manos de los miembros de la izquierda maximalista italiana.

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