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Pastel de nueces

Por primera vez hay un Gobierno en La Moncloa capaz de hacer real la voladura constitucional que tanto entusiasma al PNV.

En febrero ETA colocó bombas en Vergara (día 8), Bilbao (día 23) y Derio (día 29). En marzo asesinó a Isaías Carrasco (día 7), y colocó bombas en Calahorra (día 21), y Azpeitia (día 30). En abril, atentó con bomba en Lapoblación (día 12), Bilbao (día 17), Elgóibar (día 20). Y en mayo, tres bombas en Arrigorriaga y San Sebastián (día 1), en Hernani (día 12), el asesinato de Villareal de Álava-Legutiano (día 14) y la reciente en Guecho.

En los últimos tres meses y medio, ETA ha puesto catorce bombas, ha herido a decenas de personas y asesinado a dos de ellas. Por eso, de entrada, los intentos de Rubalcaba por quitar hierro a una escalada de la violencia etarra suenan a sarcasmo y tomadura de pelo.

Y en estas se produce la visita de Ibarretxe a Zapatero. Al último crimen de la banda, Ibarretxe respondió elevando el listón. Puso otra vez de manifiesto las palabras de Arzallus sobre el árbol y las nueces. Nada más asesinar ETA a una persona, el PNV dice que la forma de acabar con ello es negociar con él. Con un guardia civil recién muerto, Ibarretxe se dirige al Gobierno para decirle que si quiere acabar con esto, con quien tiene que hablar es con él. Y que puesto que ya lo ha hecho con ETA, llegando a acuerdos, no hay razón para no hacerlo con un Ibarretxe que, a diferencia de los terroristas, tiene miles de votos detrás.

Para dejar más a las claras las cosas, los socios nacionalistas vascos, a los pocos días del crimen de Villareal de Álava, han denunciado las torturas de la Guardia Civil al más puro estilo batasuno y proetarra: "Sí, sí, yo condeno el crimen, pero hay que ver cómo tortura la Guardia Civil, ¿eh?", vinieron a decir. Tanto las palabras de Ibarretxe a las pocas horas del crimen como la posición del PNV sobre la Guardia Civil –todo ello en medio de una campaña fortísima de atentados etarras– muestran la utilización instrumental, sin disimulo ni rubor, que el partido de Ibarretxe hace de los atentados de ETA: unos agitan el árbol y otros recogen las nueces.

Sus ideas, las de siempre; independencia del País Vasco y Anschluss sobre Navarra. Pero esta vez va sobre seguro, por dos factores. Primero, porque la campaña de ETA está poniendo de manifiesto que lo que ellos llaman "conflicto vasco" es más profundo que nunca. El árbol hoy está muy agitado, y las nueces caen por todos lados.

Y segundo, porque por primera vez hay un Gobierno en La Moncloa capaz de hacer real la voladura constitucional que tanto entusiasma al PNV. Es Zapatero el que ha anunciado la necesidad de superar la transición española de 1978, de romper sus límites e ir hacia un régimen político distinto, caracterizado en lo territorial por la ruptura nacional. Por eso Urkullu habla de segunda transición; ya lo hizo ETA anteriormente, antes de la tregua. Ambos saben que es ahora o nunca. ETA a punto estuvo de lograrlo, y ahora el PNV ocupa su lugar.

ETA e Ibarretxe no hacen sino tomar nota de lo que les dice el presidente del Gobierno. Ambos saben correctamente lo que muchos dirigentes del Partido Popular no ven o no quieren ver; Zapatero está inmerso en una segunda transición, con la diferencia de que ésta no se dirige a consolidar un régimen liberal-parlamentario, sino algo muy distinto. En el fondo, la visión de Zapatero coincide con la de Ibarretxe; existe un conflicto político vasco y hay que cambiar el régimen político para solucionarlo. Es el cómo lo que se negocia, y no el qué.

Ibarretxe acude a La Moncloa con el saco de las nueces, sabiendo que Zapatero está dispuesto a cocinarlas. En lo único en lo que no están de acuerdo es en la receta del pastel resultante, pero si Zapatero se ha metido en la cocina con ETA, ¿cómo no hacerlo con el lehendakari de los vascos y las vascas?

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