Menú
Ignacio Cosidó

Parar a Ibarretxe

Ante el recrudecimiento de esta ofensiva nacionalista que supone el referéndum anunciado por Ibarretxe, es tan imprescindible como urgente que Zapatero abandone la entente cordial que mantiene con el nacionalismo y que sólo conduce al desastre

La convocatoria del referéndum ilegal y pro-secesionista que pretende impulsar el lehendakari vasco Juan José Ibarretxe supone el fracaso del proyecto de la España reinventada que Rodríguez Zapatero ha tratado de pilotar desde el palacio de La Moncloa. Un proyecto basado en la puesta en marcha de una segunda Transición que revisara los pactos políticos, territoriales y sociales sobre los que se sustenta nuestro vigente ordenamiento constitucional y que diera origen a un nuevo régimen político plurinacional, confederal y más sesgado ideológicamente a la izquierda. Tras la constatación del fracaso de esa vía, la única forma de parar ahora el desafío lanzado por el Gobierno vasco pasa por recuperar el consenso constitucional entre los dos grandes partidos españoles.
 
En el análisis de los socialistas, el origen de la ofensiva nacionalista que comenzó con los gobierno del Partido Popular tenía su causa fundamental en el inmovilismo y en la incapacidad para el diálogo de los que acusaban permanentemente a José María Aznar. Cuando Zapatero llegó a La Moncloa, estaba convencido de que flexibilizando sus posiciones y apostando decididamente por la negociación sería posible reconducir la situación de enfrentamiento heredada y establecer un nuevo sistema en el que todos, hasta la propia ETA, pudieran sentirse cómodos. 
 
Flexibilizar posiciones pasaba antes que nada por relativizar conceptos como el de Nación, que de ser fundamento de nuestro ordenamiento político se convirtió en un concepto discutido y discutible sobre el que no merecía la pena insistir demasiado. Por otro lado, el estado de las autonomías se adulteraba hasta el extremo de transformar lo que era un modelo un grado menos que federal en un modelo prácticamente confederal, en el que las partes mantienen relaciones bilaterales con el todo y en el que vía reforma estatutaria el Estado transfiriese la práctica totalidad de sus competencias a las comunidades, quedando éste como un ente prácticamente residual.
 
Esta transformación ideológica posibilitaba, o más bien era causa, de una estrategia política que consagraba la alianza de los socialistas con los nacionalistas para cercenar así toda posibilidad de poder al centro-derecha durante mucho tiempo. Es más, en una segunda fase de esa estrategia, los socialistas terminaron subsumiendo a sus socios nacionalistas, aglutinando así todo el espacio político del nacionalismo de izquierdas, de forma que les permitiera no sólo mantener la supremacía en el conjunto de España, sino derrotar a su vez a los nacionalistas de derecha en sus propios feudos.
 
Zapatero tenía además la convicción de que a través del dialogo y la negociación sería capaz de persuadir a los nacionalistas para conducirlos a posiciones menos maximalistas y, en todo caso, a que plantearan sus reivindicaciones en el marco de la legalidad. Así, Zapatero ha recibido como presidente del Gobierno hasta en nueve ocasiones al lehendakari Ibarretxe, dándole incluso preeminencia sobre el líder de la oposición. El resultado de ese diálogo ha sido doblemente contraproducente. Por un lado, se ha dado una señal de que hasta la propuesta más disparatada puede ser negociada con el presidente del Gobierno de España. Pero al mismo tiempo, el inevitable fracaso de ese diálogo ha permitido a los nacionalistas vascos utilizar cada una de esas entrevistas para acrecentar su tradicional victimismo.
 
Ante el recrudecimiento de esta ofensiva nacionalista que supone el referéndum anunciado por Ibarretxe, es tan imprescindible como urgente que Zapatero abandone la entente cordial que mantiene con el nacionalismo y que sólo conduce al desastre. En primer lugar, es preciso que el PSOE abandone la estrategia de ganar al nacionalismo usurpando la propia ideología nacionalista, como ya hizo en Cataluña y como pretende hacer ahora en el País Vasco. En segundo término, es imprescindible que desde el Gobierno de España se de una respuesta mucho más contundente y firme a lo que constituye un gravísimo atentado a la legalidad. Por último, es más necesario que nunca recuperar el consenso sobre el modelo de Estado entre el PSOE y el Partido Popular porque resulta evidente que únicamente juntos podremos hacer frente eficazmente a este cada vez más peligroso desafío.

En España

    0
    comentarios