Menú
Gradelio Pérez Romero

La náusea cotidiana

La desvencijada nave caribeña saldrá de la peligrosa deriva en que ha quedado tras la pérdida de su Gran Timonel y atracará de nuevo en puerto amigo. Bastará para ello con unos leves toques de "pasarela mediática".

La posibilidad de que Barack Obama se alce con el triunfo en las presidenciales estadounidenses del próximo noviembre se está convirtiendo en un factor que ralentiza cada vez más el ritmo de los acontecimientos del futuro inmediato de Cuba.

El candidato demócrata parece seriamente decidido a desmantelar lo que queda del maltrecho liderazgo de Estados Unidos en la esfera mundial. Declarado opositor de la intervención en Irak, ha anunciado un acelerado programa para la retirada de tropas y su disposición a dialogar sin condiciones con los regímenes de Siria e Irán. Olvida el imberbe senador por Illinois que una proposición unilateral de diálogo con un enemigo en guerra constituye una debilidad mortal. Justo lo que faltaba, un político zalamero y apaciguador plenamente dispuesto a redondear la idiotez de la tímida Europa al frente del país que defiende las fronteras de la libertad, mientras Irán pone a punto sus misiles atómicos para borrar a Israel del mapamundi.

En cuanto a Cuba, la nueva estrella demócrata (¡oh, costosos políticos carismáticos!) no ha podido ser más inoportuna al declarar que se reunirá incondicionalmente con el nuevo mandante de La Habana. Es incalculable el daño que estas irresponsables declaraciones está causando ya para las perspectivas de cambio que razonablemente podían esperarse tras la salida de Fidel. Semejantes declaraciones son un precioso regalo para la dictadura, que le permiten implantar un cómodo compás de espera; esperanzas, bien fundadas sin duda, de que la nueva administración levante las restricciones de los viajes de los ciudadanos de Estados Unidos a Cuba y hasta una eventual supresión del controvertido embargo.

Lógicamente, con este risueño panorama al doblar la esquina, sumado a la prolongada luna de miel zapateril, ya puede el pueblo de Cuba ir aparcando, una vez más y van ya unas cuantas, todas sus ilusiones de un cambio democrático a corto plazo. La variable más segura es una pálida apertura económica, desde luego no tan "china" como quisieran ciertos ávidos capitalistas, pero suficiente para que todos respiren satisfechos a uno y otro lado del Atlántico. La desvencijada nave caribeña saldrá de la peligrosa deriva en que ha quedado tras la pérdida de su Gran Timonel y atracará de nuevo en puerto amigo. Bastará para ello con unos leves toques de "pasarela mediática"; nada será igual pero seguirá siendo lo mismo. Por una extraña confabulación de intereses, donde, según el buen decir de tango Cambalache se ven "en un mismo lodo todos revolcaos", asistiremos una vez más a una alianza antinatural (sólo en apariencia) entre los pregoneros del moribundo socialismo cubano y los defensores a ultranza de un mercantilismo innoble, bailando una danza macabra en la ceremonia de la reconquista, bajo la batuta del oscuro general, devenido reformador sin reformas.

En fin, que muy bien pudiéramos decir, parafraseando a una célebre mala escritora cubana: la náusea cotidiana.

En Internacional

    0
    comentarios