Menú
Carlos Semprún Maura

Sin novedad, ni frente

Sarkozy, en cambio, desde que alcanzara la Presidencia no sólo no duerme, sino que nos impide dormir a todos.

Si bien Chirac y Sarkozy mostraron parecida ambición, voluntad y habilidad para conquistar el poder en su partido y luego ganar las elecciones presidenciales, la diferencia se ha notado después, en el poder. Apenas llegado al Palacio del Elíseo, Chirac consideró que había alcanzado su particular nirvana y se echó a dormir una larga siesta que duró 12 años y de la que sólo se despertó, sobresaltado, para defender vehementemente a su amigo Sadam Hussein contra Bush y los Estados Unidos. Las cosas como son, eso gustó mucho en Francia, donde el antiyanquismo, de Le Pen a Besancenot, pasando por Martine Aubry, se aplaude siempre. Sarkozy, en cambio, desde que alcanzara la Presidencia no sólo no duerme, sino que nos impide dormir a todos.

Los lectores de El Mundo habrán podido leer la semana pasada sus dos páginas dedicadas a Alain Finkelkraut, en las que explicaba sus opiniones sobre asuntos diversos, como el de la familia. Cuando en un recuadro se le pregunta qué opina de Sarkozy y de la virulenta campaña contra él desatada en Francia, se muestra contrario a la misma, considerando que hay que dejar tiempo al tiempo, y que ya ha hecho cosas positivas. Reconoce nuestro apreciado filósofo (en todo caso por mí) que no han gustado sus "líos de faldas", su amistad con multimillonarios y su estilo metomentodo, que muestra al ningunear a su Gobierno. Entre las cosas positivas, destaca su ruptura con la política gaullista antiyanqui y el restablecimiento de la tradicional política de amistad franco-norteamericana, pero añade esta frase increíble: "Sobre todo en la perspectiva de una victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales". ¡Será imbécil, nuestro genio! Si sucediera la infinita desgracia de que Obama saliera presidente y cumpliera sólo parte de lo que anuncia, será mucho peor que Jimmy Carter, o sea, una catástrofe para el mundo libre, como se decía en los buenos tiempos de la guerra fría, ganada por el capitalismo pero no aún por la democracia.

Mientras tanto, en Francia no pasa gran cosa. Aquí se dice que "las familias felices no tienen historia", y aunque no pueda decirse lo mismo de Francia, lo que sí cabe decir es que su actualidad no tiene demasiado interés. Descontento de los pescadores, camioneros y transportistas ante el inverosímil aumento del precio del petróleo, descontento profesional de los sindicatos de enseñanza, intentos cada vez más endebles de los sindicatos contra el aumento a 41 años de cotización para las pensiones y una nueva ley para abolir las anteriores favoreciendo la competencia entre hipermercados de modo que disminuyan los precios. Lo de siempre, vaya.

Yves Saint-Laurent ha muerto esta noche. Su chulo llora.

En Internacional

    0
    comentarios