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Juan Carlos Girauta

El extremo centro y la prensa

Lo curioso del neocentrismo del actual PP, lo insólito de la línea impuesta por el Rajoy metamorfoseado es que las críticas son interpretadas como injerencias intolerables.

El Mundo: Gallardón no siente vértigo por sentar en el banquillo a un periodista. ¿Y por qué iba a sentirlo? De padecer tales escrúpulos, no habría instado en 1983, como abogado de Alianza Popular, el secuestro de una revista por haber denunciado que el jefe de seguridad de Fraga (el otro estandarte del centro-reformismo en el actual PP) había pertenecido a los escuadrones de la muerte de la Triple A.

Si creyera en algo parecido a la libertad de prensa, no dudaría el alcalde de Madrid de la ética profesional del equipo de La Mañana de la COPE, a quienes acusó en sus propios micrófonos de haber manipulado las llamadas de los oyentes para ofrecer una imagen negativa del entrevistado. Lo cierto es lo contrario: se le ahorraron a Gallardón las llamadas insultantes.

No siente vértigo por sentar en el banquillo a un comunicador al que su partido debe una cantidad incontable de votos. No le tembló el pulso al solicitar y obtener el secuestro de una revista en los quioscos durante dos semanas. No duda en poner en solfa la profesionalidad de un equipo de redactores. Ese es Gallardón, y lo demás son maquillajes de una parte de la prensa: la que ha linchado sistemáticamente a su partido mientras le ensalzaba a él.

Este tipo de críticas, basadas en hechos incontestables, tiene que admitirlas el hombre público, el político, si aspira a ser tenido no ya por centrista sino por demócrata. Lo curioso del neocentrismo del actual PP, lo insólito de la línea impuesta por el Rajoy metamorfoseado es que las críticas son interpretadas como injerencias intolerables. De ahí que insista el, digamos, líder popular en condenar las voces "de fuera" que no quiere oír. Pero hombre, don Mariano, se supone que toda voz periodística es "de fuera", salvo que esté usted en plena deriva burocrático-autoritaria y tolere únicamente las falsificadas voces de sus apparatchik reciclados en periodistas.

Más curioso aún es que tanta irritación con las voces "de fuera" y tanta mano dura con la prensa crítica se circunscriba a aquellos medios que le fueron favorables hasta unos días después del 9 de marzo. Los otros medios, los que llevan lustros poniéndole a caer de un burro, los que siempre mintieron sobre el PP y sus intenciones, los que controla la progresía y el nacionalismo, son tratados con exquisitez digna de mejor causa. ¡Cómo se quieren ahora! ¡Cómo se protegen mutuamente! ¡Cómo defienden hoy los intereses de Rajoy los del cordón sanitario! ¡Cómo vela Rajoy por los intereses de ellos lanzando advertencias a su competencia!

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