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Juan Carlos Girauta

Línea Aído, dígame

– Dime, corazón. / – Perdón, me he equivocado. / – ¿Cómo lo sabes, cariño? / – Porque yo no quería llamar a un burdel. / – Esto no es un burdel, cielo, es la Línea Aído de apaciguamiento de maltratadores potenciales.

Riiing... riiing...

– Dime, corazón.

– Perdón, me he equivocado.

– ¿Cómo lo sabes, cariño?

– Porque yo no quería llamar a un burdel.

– Esto no es un burdel, cielo, es la Línea Aído de apaciguamiento de maltratadores potenciales.

– Ah, pues es verdad, no me he equivocado. Pero es que tanto corazón y tanto cielo mosquean un poco.

– Hombre, se trata de apaciguar, ya sabes, ricura.

– ¿Por qué me llamas hombre?

– Porque aquí sólo llaman hombres, cariño. Es que hay que explicártelo todo.

– Pues me parece que está bastante claro que soy una mujer.

– Pensaba que eras un maldito macho con la voz atiplada, mi vida.

– Ya ves que no. Y dado que el macho eres tú y la hembra yo, déjate de zalamerías o te meto una denuncia, cabronazo.

– Oiga, señora, usted no tiene por qué llamar a esta línea. Adiós muy buenas.

– Como me cuelgues te denuncio. Soy miembra de varias asociaciones feministas.

– Dios mío… No estaré hablando con la ministra…

– No, cenutrio. ¿Por qué?

– Por lo de “miembra”.

– Lo que no entiendo es por qué ponen telefonistas varones en la Línea Aído.

– Muy sencillo. Porque en caso contrario estaríamos fomentando la violencia verbal de género. No olvide usted que aquí llaman machos maltratadores en potencia; se hartan de insultar a los telefonistas. Siendo nosotros de su mismo género, no hay problema.

– ¿Y no os calentáis?

– Oiga, señora, ¿qué quiere decir con eso? ¡Que uno es muy macho… quiero decir muy hombre… ejem… o sea… que no me gustan los hombres!

– ¿Tienes algo en contra de la homosexualidad, bastardo?

– Lo del insulto lo lleva usted bastante bien. No, no tengo prejuicios. ¿Me quiere usted buscar la ruina o qué?

– Te preguntaba, imbécil, si no os calentáis, si no os llenáis de ira con los insultos continuados de los usuarios del servicio.

– Bueno, sí. A veces no aguantamos más y nos citamos los de aquí con un grupo de usuarios y nos damos unas palizas de muerte.

– Qué divertido. Bueno, chaval, yo llamaba porque me acusan del asesinato de mi marido y…

– Pues eso es en el Tribunal Constitucional.

– ¿Cómo?

– En presidencia. Vaya usted preparando el recurso de amparo y luego ya llama a la presidenta y eso.

– ¿De verdad funciona así? No parece muy normal.

– Matar al marido tampoco.

– Oye, cerdo, que yo soy presunta.

– Perdone, señora.

– Pues ya llamo a esa otra línea, hijo de perra.

– Gracias, señora. A su disposición.

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