Menú
Álvaro Vermoet Hidalgo

La culpa es de los huelguistas

Literalmente, media España vive de la otra media, y sigue sonando bien en este país hablar de "ayudar a la cultura" (subvenciones), "a los agricultores" (subvenciones), "a los transportistas" (subvenciones), etc.

Existe esta tontería en la sociedad española, sin duda inspirada por la izquierda progre, de buscar siempre alguna justificación para los mayores atropellos, nunca mejor dicho. Ya sean transportistas colapsando el país, agricultores cortando la Castellana o Bardem y compañía defendiendo el canon digital, siempre hay algún motivo para solidarizarse con ellos. El gasoil, el eMule, etc. Y eso es lo que causa que nadie se escandalice cuando los piqueteros queman vivo a un camionero y el Gobierno se entera por la televisión.

Lo fundamental al respecto de la crisis económica lo contaban perfectamente Tomás y Recarte en Libertad Digital Televisión. ¿Por qué suben los precios cuando cae la actividad económica, en parte gracias a la paralización del país que han logado los transportistas? Porque los precios, en eso que llaman el Estado del Bienestar, no reflejan el valor real de las cosas. Porque aquí media España trabaja y el resto vive de la otra media. La culpa de la crisis es de los huelguistas, pero no de los de ahora, sino de todos los que han presionado con alguna intervención pública para favorecer a su sector, de la sociedad y del Gobierno, que las han considerado asumibles, y que en su conjunto son la causa de lo que vivimos y viviremos próximamente.

En este país, los agricultores salen a la calle pidiendo ayudas porque su trabajo no es rentable y la gente se pone de su parte. Así que el Gobierno cede. Y la oposición, en un patético ejercicio de demagogia, dice que sí, que hay que conseguir más ayudas comunitarias para "nuestros agricultores". Y luego vienen los transportistas en huelga, divididos entre los que piden más ayudas y los que queman camiones. Los primeros, naturalmente, con el compromiso del PSOE y esa impresentable moción del PP para reducirles la fiscalidad. Ayudas que, naturalmente, pagamos todos. Y así va España, con una opinión pública buenista que quiere salir del cubo tirando del asa.

Peor son, si cabe, las ayudas por no hacer nada, llamadas subvenciones, por no cultivar, por vivir del cuento, por ser liberado sindical, por tener una asociación dedicada a la observación de aves y un largo etcétera. Literalmente, media España vive de la otra media, y sigue sonando bien en este país hablar de "ayudar a la cultura" (subvenciones), "a los agricultores" (subvenciones), "a los transportistas" (subvenciones), etc. Ah, y el canon digital, del cual se descolgó Rajoy por quedar bien en la tele después de hablar votado a favor en un primer momento y antes de ascender a Salmones, alias La Diputada del Canon.

Yo le pediría a Esperanza Aguirre, que es la única persona capaz de generar ilusión en la derecha porque es la única con una capacidad de alternativa basada en defender sin complejos la superioridad de las ideas liberales, demostrada en anteriores crisis económicas (Aznar, Thatcher), que cuando critique a los de la huelga, los incendios y los de la subvenciones, lo haga con mayor dureza. Básicamente porque va a contracorriente de su partido, de media sociedad y de todas las televisiones, y lo que necesita ante todo es hacerse oír. No voy a hablar de candidaturas pero el partido conservador español, en su carrera de populismo con el PSOE, nos garantiza Zapatero y crisis por otros doce años, y aunque Aguirre no convenza a las taifas se la tiene que seguir viendo como la única alternativa a Zapatero.

En Libre Mercado

    0
    comentarios