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Antonio Robles

Ciberbulling

Cualquier organización política, deportiva, cultural o comercial sabe que la libertad sin reglas en los foros de internet es el camino más rápido y recto a la selección por decantación de las personas y comportamientos más enfermizos y perniciosos.

La capacidad del ser humano para comportarse como un borde con sus semejantes es infinita. El ciberbulling es uno de los métodos de moda para mantener la tradición mediante las tecnologías informáticas más modernas.

El ciberbulling ha nacido en la escuela de forma espontánea; es lo que en castellano se conoce con el nombre de acoso escolar. El acoso u hostigamiento escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo del tiempo.

En realidad, son viejas prácticas verduleras, con nuevas tecnologías. Un nuevo método extraordinariamente tóxico para esparcir chismorreos en el recinto escolar, envenenar relaciones, expandir mentiras y rumores sobre las víctimas o arruinar sus imágenes públicas. Aunque empezó con bromas propias de escolares, la impunidad de las nuevas herramientas de comunicación (e-mails, salas de Chat, mensajes por SMS, blogs, foros etc.) ha incentivado que se haya llegado ya al hostigamiento, la coacción, la manipulación, la intimidación, las amenazas y la exclusión social.

Se hace a través de cualquiera de los instrumentos clásicos de comunicación. Se envían y reenvían mensajes de texto crueles, se suben a internet fotos de las víctimas sin su consentimiento y a menudo robadas y manipuladas, se difunden vídeos vejatorios en YouTube o a través del teléfono móvil, grabaciones de sonido y dibujos obscenos, etc. Los acosadores emplean cualquier método para ridiculizar a sus víctimas, acosarlas, acorralarlas y destruirlas emocionalmente. Y a menudo lo consiguen, porque ahora el acoso no se queda en una clase o el patio del cole; ahora buena parte de esa información salta a internet. La distorsión de la realidad sobre la víctima a menudo es tan ofensiva, pero a la vez tan creíble, que las heridas emocionales comienzan a ser ya una epidemia en países como Estados Unidos. Allí se han puesto en marcha varias experiencias para paliar esta lacra social.

Como en el resto del mundo, en España el ciberacoso se está expandiendo como si fuera una infección del alma. Y comienza a ser una preocupación política. La pasada semana, una iniciativa del grupo político de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña ha logrado que todos los grupos políticos se pongan de acuerdo para instar al departamento de educación a estudiar el problema y poner a disposición del sistema escolar soluciones.

No es una broma más o menos ocurrente, las novísimas, cómodas, eficaces, baratas y rapidísimas herramientas de difusión e información por internet está poniendo al servicio de los seres más ruines un método psicológicamente impune de agredir o vejar a los demás. La Unión Europea ya se ha dado cuenta del problema y por primera vez ha iniciado el proceso para regular los blogs, una de las herramientas más eficaces para difundir toda clase de maldades.

Hoy cualquier organización política, deportiva, cultural o comercial sabe que la libertad sin reglas en los foros de internet, por ejemplo, es el camino más rápido y recto a la selección por decantación de las personas y comportamientos más enfermizos y perniciosos. Mientras los ciudadanos más responsables y respetuosos huyen, se infectan de groserías, insultos, insidias, calumnias, injurias, mentiras, manipulaciones de quienes encuentran en la red una manera de desahogarse o comunicar su agresividad. Nunca lo harían en una conversación privada o social, en una asamblea de vecinos o en una reunión política; los debates o las conversaciones tienen sus reglas, casi todas no escritas, pero reglas al fin. Quienes no lo hacen, quedan expuestos y rápidamente son excluidos. Pero en internet, el anonimato y la distancia virtual saca lo peor de quienes están en disposición de sacarlo, y a menudo, para caer en la cuenta del impresentable que inoportuna, han de confluir muchas circunstancias y voluntades que la propia naturaleza de la red no tiene.

La democracia tardó en consolidarse en el mundo veinticuatro siglos. Desde la primera experiencia de la Grecia Clásica han pasado 2.400 años. Nos ha costado un tiempo inmenso para poner límites y criterios a nuestros instintos y construir la civilización. Internet es un mundo virtual virgen en el que conviven lo mejor y lo peor, y sin reglas.

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