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Carlos Rodríguez Braun

Miscelánea políticamente correcta

Puesto a recordar, quizá podría recordar usted que en ese odioso y capitalista siglo XIX la esclavitud no fue promovida, sino abolida.

Tituló El País: "Vivienda levantará pisos de alquiler en suelo cedido por los ayuntamientos. La medida está destinada a colectivos como jóvenes o mayores de 65 años".

Es una bonita muestra del pensamiento único, siempre asimétrico en lo tocante al intervencionismo, porque da la impresión de que la política todo lo tiene en consideración y nada de lo que hace puede ser oneroso. No hay cabos sueltos en el benemérito Ministerio de la Vivienda: obtiene suelo en cesión y ayuda a jóvenes y ancianos. Esto no tiene coste alguno, no suben los impuestos, no se quita a nadie su propiedad. Es extraño que El País no reclame que dicho ministerio "levante" pisos para todos.

Sobre la ampliación voluntaria de las horas de trabajo, el ministro Celestino Corbacho afirmó que se trata de un "retroceso hacia el siglo XIX". La demonización del siglo XIX unifica a los antiliberales de derechas e izquierdas: ambos lo consideran lo peor de la historia. Sin embargo, la jornada laboral se redujo a lo largo del siglo XIX. Los políticamente correctos jamás piensan cómo era la jornada laboral antes de tan oprobioso siglo. Por supuesto, era más dura, más prolongada y estaba peor pagada.

Apocalíptico desbarra el escritor Manuel Rivas, al afirmar que Adam Smith "sostendría el látigo con que azotar a quienes defendiesen una política social, una responsabilidad humanitaria", y al proclamar que el capitalismo promovió la esclavitud. Otra vez, "política social" es quitarle el dinero a la gente, por la fuerza. Don Manuel no puede olvidar esto, porque si lo hace entonces daría lo mismo Rodríguez Zapatero que la Madre Teresa de Calcuta: ¿o es que ambos no son humanitarios que ayudan a los pobres? Respuesta: no, no lo son, porque la santa de Calcuta pedía dinero para su causa, mientras que Zapatero lo recauda con la fuerza de la ley. No lo olvide, señor Rivas. Finalmente, puesto a recordar, quizá podría recordar usted que en ese odioso y capitalista siglo XIX la esclavitud no fue promovida, sino abolida.

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