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José Antonio Martínez-Abarca

Los del ladrillo roban a Zapatero

Los golfos apandadores del ladrillo han asaltado de noche los sótanos del Banco de España donde se esconden los lingotes de oro trabajosamente atesorados por el último Gobierno socialista. O algo así.

De las acusaciones que se han venido haciendo contra el honorable ramo de los promotores inmobiliarios, nunca hubiese esperado que la más gruesa, por delincuencial, me apareciese en mi página de inicio de internet, cuando mismamente enchufo el ordenador. Decía el portal Yahoo España: "La crisis en el sector inmobiliario y el alza del precio del crudo disminuyen en un ochenta por ciento el superávit del Estado." O dicho de otra forma: que los golfos apandadores del ladrillo han asaltado de noche los sótanos del Banco de España donde se esconden los lingotes de oro trabajosamente atesorados por el último Gobierno socialista que nos recuperó del despilfarro de la época de Aznar, provocando con malas artes y con intención de alterar el precio de las cosas que Rodríguez Zapatero ya no pueda cumplir sus promesas de hace cuatro meses. O algo así. La crisis del sector inmobiliario, según este tipo de noticias que atufan a la oficina ergonómica, quiero decir económica, de Moncloa, sería como el asalto al tren de Glasgow de Ronald Biggs y sus secuaces. La causa, y no la consecuencia, de la incompetencia del Gobierno para cumplir su escenario de buen karma para todos.

La crisis inmobiliaria española tiene, como bien decían los analistas económicos, un hecho diferencial y más grave con respecto a la del resto del mundo. En efecto: en ningún país han sido perseguidos los promotores durante el ciclo alcista, telediario amarillista va y telediario amarillista viene, portada mendaz de El País va y portada mendaz de El País viene, circular comunitaria prefabricada va y circular comunitaria prefabricada viene, Felipe González va y Felipe González viene (celebrando durante un mitin en Cartagena el inicio de la crisis y "el fin del ladrillo", al menos el fin en donde él no tiene negocios del ladrillo). En ningún otro país, que uno sepa, se ha acogido con indisimulado regocijo por parte de las autoridades el cataclismo del principal sector de crecimiento económico, al que sin duda contribuyeron esas mismas autoridades y sus medios de masas de forma inestimable. Pero hasta ahora no se habían atrevido a acusar a las promotoras de hacer desaparecer el superávit recaudatorio que como todo el mundo sabe se inició gracias a los buenos oficios de Miguel ¿qué? Sebastián, el amigo de José Luis.

Ya me veo bramando a los de siempre ante esta acusación terrible a los del ladrillo de hundir el proyecto de felicidad en común proyectado por el socialismo (el socialismo menos su ministra Bibí Aído, que no quiere nada en común sino sólo para mujeres). El cuerpo funcionarial hidropésico y elefantiásico echándose a la calle porque el superávit del Estado querían pulírselo ellos. Las asociaciones de viragos, endriagos, sardiperros y corderos de tres cabezas llorándole a Gallardón porque ya no tendrán para hacer campañas de concienciación repartiendo sobrecitos con vaselina. La rebelión civil. Señores sinvergonzones del ladrillo: ¿dónde están todas esas perras que teníamos para gastárnoslas en piulas? Suya será la culpa si ya no tenemos para lo de la alianza de civilizaciones.

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