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Thomas Sowell

Más paro y enfermedades

En varios países europeos, las tasas de paro juvenil del 20% son normales. Se estima que el desempleo entre los trabajadores jóvenes que además pertenecen a minorías, como los musulmanes en Francia, ronda el 40%.

Si alguien propusiera que Tiger Woods debería intentar ser más parecido a los demás golfistas, la gente cuestionaría la cordura de quien hiciera esa sugerencia. ¿Por qué debería Tiger Woods intentar parecerse a Phil Mickelson? Si Tiger cambiase de mano e intentase golpear con la izquierda, como Mickelson, seguramente ni sería tan bueno como él ni mucho menos mejoraría si juego con la derecha.

Sin embargo, hay quien piensa que Estados Unidos debería seguir políticas más parecidas a las de Europa, a menudo sin otra razón de peso que el hecho de que los europeos siguen políticas así. Para algunos americanos, ser como los europeos se considera chic. Según esas personas, si las leyes europeas establecen un salario mínimo superior y más prestaciones sociales, nosotros deberíamos hacer lo mismo. Si los europeos restringen las patentes y los beneficios de las farmacéuticas, entonces nosotros también. Algunos jueces del Tribunal Supremo de los Estados Unidos parecen incluso pensar que a la hora de interpretar las leyes americanas deberían incorporar ideas de la legislación europea.

Antes de empezar a imitar a alguien, debemos averiguar en primer lugar si los resultados que logra son mejores que los nuestros. Desde hace mucho tiempo, en un amplio espectro de asuntos a los Estados Unidos le ha ido mejor que a Europa. Si comparamos con la mayor parte del resto del mundo, Europa va bien. Pero es como Phil Mickelson, no como Tiger Woods.

Las leyes de salario mínimo tienen los mismos efectos en Europa que el que han tenido en otros lugares del mundo. Eliminan del mercado de trabajo a muchos empleados de baja calificación o sin experiencia. Dado que las leyes de salario mínimo son más generosas en Europa que en Estados Unidos, conducen a tasas de desempleo en general crónicamente más elevadas y a períodos de paro más largos que en Estados Unidos, especialmente entre los empleados más jóvenes, sin experiencia y menos calificados. En varios países europeos, las tasas de paro juvenil del 20% son normales. Se estima que el desempleo entre los trabajadores jóvenes que además pertenecen a minorías, como los musulmanes en Francia, ronda el 40%.

El salario mínimo americano ya provoca daños suficientes sin que tenga que emular las leyes de salario mínimo europeo. La última vez que el paro entre los negros se situó por debajo que el de los blancos en los EE.UU. fue en 1930. Un año después se aprobó la primera ley de salario mínimo federal, la Ley Davis-Bacon. Uno de sus promotores afirmó explícitamente que su objetivo era impedir que los negros arrebatasen puestos de trabajo a los blancos. Ya nadie dice cosas así, lo cual es una vergüenza, porque el efecto de una ley de salario mínimo no depende de lo que diga nadie. Los negros en general, y en especial los jóvenes, son los mayores perdedores de esas leyes, igual que los trabajadores jóvenes pertenecientes a minorías lo son en Europa.

Aquellos americanos que nos empujan hacia el tipo de políticas que imponen los europeos a las compañías farmacéuticas no muestran el más remoto interés en cuáles han sido las consecuencias de tales leyes. Una de ellas es que incluso las farmacéuticas europeas realizan una buena parte de su investigación y desarrollo de medicamentos nuevos en Estados Unidos a fin de aprovechar las protecciones norteamericanas a las patentes y la ausencia de controles de precios. Estas son las mismas políticas que nuestros imitadores de los europeos quieren que cambiemos.

No es casual que una proporción tan elevada de las principales medicinas se desarrolle en Estados Unidos. Si matamos la gallina de los huevos de oro, tal y como han hecho los europeos, tanto ellos como nosotros, y el resto del mundo, pagaremos el pato, ya que entonces habrá menos lugares donde se desarrollen nuevos fármacos. Existen un montón de enfermedades esperando una cura, o al menos el remedio paliativo para aquellos que las sufren. La gente golpeada por estas enfermedades pagará el precio de imitar a Europa a ciegas.

Estados Unidos lidera al mundo en demasiadas áreas como para empezar a imitar a aquellos que se han quedado atrás.

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