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Antonio Golmar

¿Cuánto le debo?

Por su parte, Ruiz Gallardón podría iniciar una investigación sobre los residentes empadronados en provincias y exigir a sus localidades de origen un pago por algunos servicios que reciben y a los que no contribuyen

Alfonso y Álvaro, nacidos y criados en Huelva, estudian en una universidad privada de Madrid. Su padre, que también es el mío, residente en esa provincia y que nunca ha recibido el PER ni cosa parecida, paga las matrículas y sufraga sus gastos. Miles de jóvenes procedentes de toda España viven en Madrid y alrededores mantenidos por su familia. ¿Qué pasaría si a sus respectivos gobiernos autonómicos les diera por pasarle la cuenta a Esperanza Aguirre? ¿Cuántos pobres madrileños viven a costa de los ricos de provincias que envían a sus retoños al Foro?

En caso de que mis hermanos o sus paisanos obtuvieran un puesto de trabajo en Madrid, las juntas de Andalucía, Extremadura etc., podrían incluir en la factura los gastos incurridos en la educación, sanidad y seguridad de los nuevos trabajadores hasta la fecha de su traslado a la capital. Puestos a pedir, también reclamarían una parte de su sueldo y de sus impuestos para compensar el parasitismo madrileño. La Comunidad respondería deduciendo la parte alícuota de solidaridad interterritorial recibida por cada uno de estos jóvenes hasta su llegada. Si abrieran una cuenta en un banco foráneo, la Consejería de Economía les pediría que entregaran una parte de los intereses para equilibrar la balanza bancaria o lo que sea. Por su parte, Ruiz Gallardón podría iniciar una investigación sobre los residentes empadronados en provincias y exigir a sus localidades de origen un pago por algunos servicios que reciben y a los que no contribuyen, y también por la financiación estatal que la capital de la nación pierde al no coincidir las cifras de habitantes reales y legales. La espiral de reclamaciones y compensaciones no tendría fin.

Con la publicación de las balanzas fiscales, nuestro hábil, inteligente y admirable presidente (a estas alturas, sólo los mentecatos sostienen que ZP es tonto o que carece de cualidades) consigue una nueva carambola perfecta. Por un lado, proporciona argumentos a los nacionalistas y separatistas, que ya tienen un nuevo hueso que roer. Cataluña expoliada, països catalans desvalijados, Sur ladrón.

Sin embargo, para evitar el resentimiento entre sus votantes meridionales y la fractura de la amplia coalición que lo mantiene en el poder, el PSOE saca de tour mediático al presidente de Extremadura para explicarnos que en realidad el objetivo de la publicación de las balanzas es taparles la boca a los insolidarios. Además, denuncia el egoísmo de las comunidades de Madrid y Valencia (olvida mencionar a Cataluña) y pide que las empresas radicadas en su región se domicilien allí y no en otro sitio. Añade que son las personas, y no los territorios, quienes tributan, aunque a renglón seguido sostiene que las balanzas demuestran que el sistema fiscal español es progresivo y redistributivo (¿no quedamos en que la tributación era individual?).

Jugada maestra, señor Zapatero. Le felicito por su inagotable capacidad para sacar conejos de la chistera en el momento justo. Mención aparte merecen sus redactores de argumentarios y los expertos socialistas en telegenia y radiofonía, auténticos maestros en su oficio. Pepiño Blanco será inculto, pero no tonto. De no ser así, no habría llegado tan lejos con un bagaje tan escaso. Como dicen los ingleses, ha arrojado usted un nuevo pichón en la jaula de los gatos. A este paso, acabaremos todos desplumados.

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