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EDITORIAL

Sánchez-Camacho o la deriva de Rajoy

Quien pretende "aproximarse" o caer "simpático" a los nacionalistas es imposible que lidere la reacción enérgica y firme en defensa de los derechos civiles y de la cohesión nacional que reclama la crítica deriva a la que nos han abocado las alianzas de ZP

En estas mismas páginas ya hemos señalado que quien pretende "aproximarse" o caer "simpático" a los nacionalistas es imposible que lidere la reacción enérgica y firme en defensa de los derechos civiles y de la cohesión nacional que requiere la crítica deriva a la que nos han abocado las alianzas de Zapatero. Buena prueba de ello es la actitud del nuevo PP de Rajoy ante el manifiesto en defensa de la libertad lingüística. En lugar de liderar la campaña y movilizar a todo el partido en la recogida de firmas, lo más que han hecho algunos dirigentes del PP –empezando por Rajoy– ha sido sumarse al manifiesto a título individual, con una actitud más propia de alguien preocupado por el "qué dirán" que de quien verdaderamente siente entusiasmo y orgullo por una iniciativa tan clara y necesaria en defensa de la nación española y de su expresión como Estado de Derecho.

No es este, sin embargo, el mayor reproche que en este punto concreto se puede hacer a Mariano Rajoy. Más criticable ha sido su "dedazo" a la hora de situar al frente del PP catalán a una persona como Alicia Sánchez-Camacho, que ha tardado bien poco en dejar en evidencia su endeblez política e intelectual a la hora de explicar su bochornosa negativa a suscribir el manifiesto de marras. Sánchez-Camacho ha "argumentado" en una entrevista en La Vanguardia que el manifiesto "no es necesario", que "tenemos un patrimonio extraordinario, que son dos lenguas que enriquecen nuestra tierra, y que defiendo con la misma igualdad y normalidad", que "los catalanes llevamos con normalidad la dualidad de las dos lenguas con las que convivimos".

Que la presidenta del PP catalán recurra a los mismos lugares comunes que utilizan los nacionalistas para negar la evidencia de la marginación del castellano de las instituciones públicas catalanas y de la vulneración de los derechos de los catalanes a la hora de escolarizar a sus hijos en la lengua común de todos los españoles es todavía más sorprendente si tenemos en cuenta que el PP catalán, antes de la llegada de Sánchez-Camacho a la presidencia, abanderó un video electoral en el que precisamente se demostraba y se denunciaba la absoluta imposibilidad de una madre de escolarizar a sus hijos en castellano en uno solo de los centros públicos o concertados de Cataluña.

La talla intelectual de Sánchez-Camacho queda, sin embargo, todavía peor parada que su fidelidad a los principios de su partido, al admitir, con incoherencia insuperable, que "queda mucho por mejorar, como el acceso a la educación en castellano con el mismo derecho y normalidad que el catalán. Eso aún no se produce". Entonces ¿a santo de qué calificar como "innecesario" un manifiesto tan radicalmente necesario en defensa precisamente de esos derechos que debería asistir a todo español con independencia de dónde viva?

El socialista Montilla ya ha mostrado públicamente su agradecimiento a Sánchez-Camacho y le ha animado a convencer a su partido a que retire también el recurso de inconstitucionalidad contra el estatuto soberanista catalán. No es de extrañar que a esas felicitaciones a la nueva dirigente popular se sumen las de CiU o ERC. Pero que nadie se extrañe: esos aplausos no harán cambiar en nada el profundo desprecio que sienten los partidos nacionalistas hacia el PP, sin que los "simpáticos guiños" hacia ellos generen otra cosa que el desprecio de los propios votantes populares.

Claro que de esta situación es tanto o más responsable Rajoy. Como decía aquella máxima de Napoleón, "el comandante es el regimiento". Y la deriva que el PP pone en evidencia, no sólo en Cataluña, tiene como principal responsable a Mariano Rajoy.

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