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¡No es la economía, estúpidos!

No es la economía, es la moral lo que está en el punto de mira de Zapatero. Y por tanto, o se opone un proyecto de principios y valores a lo que el PSOE propone, o se podrán ganar unas elecciones, pero se perderán las siguientes.

La derecha en el poder tiende a administrar, no a hacer política. Cuando gana las elecciones gestiona de manera eficiente. Por el contrario, la izquierda en el poder arruina los Estados y empobrece a los ciudadanos. Y sin embargo, como afirmó Zapatero el otro día, lo hace sin complejos. La entrevista de ZP con Rajoy ha mostrado a un presidente orgulloso y soberbio que no piensa hacer nada en materia económica y a un jefe de la oposición sorprendido y defraudado, con un conjunto de medidas acertadas y correctas que nadie llevará a cabo.

La cosa se vuelve aún más difícil de entender cuando se observa que, mientras la izquierda se enorgullece de sí misma, el Partido Popular se avergüenza de su pasado y escapa obsesivamente de él. Éste colocó en ocho años a España en un lugar en el que el PSOE antes de 1996 ni hubiera imaginado y del que después de 2004 se ha despeñado en línea recta. ¿Por qué el PSOE, que arruinó España en los noventa y está a punto de hacerlo en el nuevo siglo, se enorgullece de sí mismo y desprecia tomar medidas económicas contra la crisis?

Ocurre que ambos usan un lenguaje distinto, pero el de la izquierda suena más alto y mejor. Porque el proyecto de Zapatero es cultural, moral e ideológico, no económico. Es decir, su interés –al contrario que el del PP– no está ni en garantizar las pensiones, ni en aumentar el ahorro en las familias españolas, ni tampoco en favorecer la creación de tejidos empresariales. No hay gestión ni administración. Su proyecto consiste en cambiar el sistema de valores de la sociedad española, desde la sexualidad hasta la enfermedad, desde las creencias religiosas hasta las políticas e institucionales.

Y en el juego de Zapatero, la economía juega un papel secundario. Por un lado, ha creado una red de intereses con lo que los marxistas clásicos llamaban el gran capital: grandes empresas, grupos de comunicación y grandes tiburones de las finanzas. El ministro Sebastián representa esta alianza dentro el Gobierno. Que esto sea contra-natura para la izquierda carece de sentido, pues ésta ha cambiado el intervencionismo de la economía por el intervencionismo de las conciencias.

Más allá de este carácter de confluencia entre la izquierda y el gran capital, la idea es que la economía acompañe lo mejor que se pueda el proyecto de reeducación social: si va bien, proporcionando los recursos, y si va mal, estorbando lo menos posible. De ahí el papel de Pedro Solbes, el perfecto analgésico para tratar de pasar de puntillas sobre lo accesorio –la economía– para centrarse en lo fundamental, una nueva conciencia moral para los españoles.

Parece claro que Zapatero no aborda los problemas económicos de los españoles, no porque sea incapaz, sino porque no le interesa; o mejor, es incapaz porque la economía le interesa muy poco. Sus discursos muestran una obsesión con cuestiones ideológicas alejadas de la vida real de los ciudadanos. Si estos tienen unas necesidades distintas, tratará de cambiarlas y amoldarlas a lo que a él le interesa. Por eso las continuas propuestas en materia moral y cultural no son una cortina de humo para esconder la crisis económica, como a veces se afirma. Son lo que realmente le interesa: la sociedad que resulte de la reeducación en los valores de la eutanasia, el aborto, la sexualidad compulsiva y los favores a las minorías soportará las crisis económicas sin mayores problemas. Controlando los corazones y las mentes controlará también sus bolsillos, y sin demasiados problemas.

Por esta razón la derecha española, que es gestora pero no política, se muestra sorprendida ante la inacción de Zapatero. Éste ha comprendido que el poder no lo da o lo mantiene la economía, sino que por encima de ésta están los principios y valores que son los que organizan jerárquicamente las necesidades de los ciudadanos. No es la economía, es la moral lo que está en el punto de mira de Zapatero. Y por tanto, o se opone un proyecto de principios y valores a lo que el PSOE propone, o se podrán ganar unas elecciones, pero se perderán las siguientes.

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