Menú
Antonio Robles

PSC: Lo que el viento se llevó

Extraña estrategia la socialista: Se apropian de la terminología, del espacio y de los contenidos ideológicos nacionalistas, y encima esperan que los suplantados no los traten como súbditos, además de farsantes.

Hubo un tiempo en que se creyó que el catalanismo excluyente catalán sería corregido con la llegada del Partido Socialista Catalán (PSC) al Gobierno de la Generalitat. Eran tiempos cuando las cobardías personales se gestionaban con coartadas como la anterior. Fueron relatos recurrentes para exculpar complejos inconfesables y traiciones ideológicas. Desde el sábado pasado, ya nadie podrá darse ni uno más. El XI Congreso del PSC ha soldado en resoluciones históricas que Cataluña es "una nación con un territorio, una lengua, una cultura y una historia propias que configuran una comunidad nacional", y propone que "el catalán, como lengua propia del país, se convierta en causa común de toda la ciudadanía". De tanto huir de posiciones estigmatizadas por el catalanismo nacionalista, han acabado adquiriendo su lenguaje y atrapados en una telaraña de intereses catalanistas.

No es que hayan desplazado del poder al pujolismo, es que lo han suplantado. Si durante años le ayudó a contener las tendencias españolas y lingüísticas de la población llegada a Cataluña desde otros lugares de España, ahora las gestiona con la terminología y la mentalidad asimiladoras del nacionalismo. Es la gran traición en nombre de la cohesión social. El socialismo catalán es el perfecto replicante del pujolismo, al que además tratará de suplantar para perpetuarse en el poder. Ahora la "casa común" (casa nostra), el pall de paller, será una generación degenerada de políticos del PSC con la terminología más excluyente del catalanismo: "Un territorio, una lengua, una cultura". Los campeones del respeto a la pluralidad y a la libertad reducen las lenguas de Cataluña a una. Creo que Pujol andaba en eso, creo que ERC está empeñada en ello, creo que Franco se adelantó a ambos en nombre de otra trilogía idéntica: "Una, grande y libre" en su Formación del Espíritu Nacional (FEN). ¿Se imaginan que el PSOE sentenciara que "España es un territorio, una lengua y una cultura"? José Montilla se lo puede permitir, y el presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, se lo aplaude en medio del XI Congreso del PSC.

Antonio Castell, consejero de Economía y representante del sector más catalanista del PSC, decía el pasado 13 de junio: "Entre el PSOE y Cataluña, el PSC siempre escogerá Cataluña". En mitad del Congreso el presidente Montilla le recordaba a su compañero de filas Rodríguez Zapatero: "Los socialistas catalanes te queremos mucho, pero aún queremos más a Cataluña".

Lenguaje identitario, proclamas nacionalistas, mofa de la ideología socialista con la que revisten su exclusión protofascista. Y después se extrañan de que el nacionalismo de pata negra le recrimine al presidente charnego que "destrossa la nostra llengua" i que "no passa enlloc del món que el president d’un país no sàpiga parlar la llengua pròpia amb propietat" (Felip Puig, CiU). Es la consecuencia inevitable de todo chantaje: Si cedes una vez, habrás de hacerlo siempre.

Extraña estrategia la socialista: Se apropian de la terminología, del espacio y de los contenidos ideológicos nacionalistas, y encima esperan que los suplantados no los traten como súbditos, además de farsantes. El reproche de Felip Puig y Marta Ferrusola sobre el mal catalán de Montilla nunca se lo habrían hecho si hubiera tenido la dignidad de intercalar el castellano con el catalán en sus intervenciones institucionales. Quizás entonces habrían valorado el esfuerzo que estaba haciendo una persona adulta por hablar en una lengua que adquirió de mayor.

Reflexiones vanas de quien escribe. El Gobierno que preside acaba de diseñar un "Proyecto de ley catalana de educación" que blinda la inmersión, impide dar la tercera hora de castellano y gestiona su propia extranjería cultural.

En esta península de inquisidores, los conversos fueron siempre el paisaje descolorido de una nación sin lealtad.

En España

    0
    comentarios