Menú
Antonio José Chinchetru

Los pesetas piden censura

Un videojuego consistente en asesinar taxistas puede ser de mal gusto. Sin embargo y por fortuna, la zafiedad, la horterada, lo escatológico y la mayor parte de las expresiones de más que dudoso buen gusto son legales.

Subir a un taxi en Barcelona o en Tarragona es una auténtica gozada. No sólo te tratan bien. Además te invitan a una cervecita o a un refresco si te ven acalorado, y encima el conductor te regala 60 euros para que disfrutes de una buena comida o una copiosa cena. Y eso sin tener en cuenta que la carrera te sale gratis. Eso es al menos lo que puede imaginar uno al leer que el secretario general de la Federación Catalana del Taxi, Josep María Goñi, ha dicho que el profesional del sector es una "persona altruista". Y claro, tanto altruismo justifica que pretendan que las autoridades prohíban a los demás divertirse como les apetezca sin hacer daño a nadie.

Debemos reconocer que un videojuego consistente en asesinar taxistas puede ser de mal gusto. Sin embargo y por fortuna, la zafiedad, la horterada, lo escatológico y la mayor parte de las expresiones de más que dudoso buen gusto son legales. Si no fuera así, miles de personas (incluidos numerosos políticos, cantantes, periodistas y taxistas) estarían entre rejas. Además, resulta bastante improbable que la imagen de una profesión se vea afectada por un videojuego consistente en acabar con la vida de quienes se dedican a ella. De hecho, si son todos tan altruistas como pretende el señor Goñi, cualquier cliente comprenderá la realidad enseguida. ¿Quién va a tener algo en contra de unos señores que te transportan gratis, te invitan a tomar algo y te regalan dinero?

Es cierto que los taxistas no gozan de una buena imagen en general. Una prueba es el apodo castizo para referirse a ellos. Cuando en Madrid (desconozco como es en el resto de España) alguien comenta que ha llegado en un "pelas" o un "pesetas", todo el mundo comprende que ha tomado un taxi. Pero eso no se debe a videojuegos o películas. La culpa la tiene una parte de los profesionales del ramo, que lejos de ser altruista no duda en intentar incrementar el precio de la carrera como sea. En realidad, es un sector como cualquier otro.

Por mi propia experiencia en ciudades tan diferentes como al capital de España, Burgos, Barcelona, Toledo, Jerusalén o Washington, puedo dar fe de ello. He encontrado tipos que me han dado largos rodeos para cobrarme más, y otros que han parado el taxímetro antes de terminar la carrera debido a que no conocían bien el camino y existía la posibilidad de haber hecho un trayecto más largo del necesario. Mi opinión sobre cada uno de ellos se basa en mi experiencia, no en el Grand Theft Auto IV, al que no he jugado ni tengo intención de hacerlo.

Y si el juego de marras transmite imágenes estereotipadas, eso tampoco justifica que se pretenda prohibirlo. Al menos en esta ocasión el señor Goñi reconoce que desde su Federación han pedido medidas similares contra alguna película. Lo suyo no es rechazo a los videojuegos que no les dejan bien parados, es rechazo a la libertad de expresión en general cuando esta no sirve para elogiarlos. Bien pensado tal vez me eche una partidita aGrand Theft Auto IV. Para fastidiar a D. Josep María, más que nada.

En Tecnociencia

    0
    comentarios