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Luis Pazos

Un líder sindical destruye un pueblo

Más de la mitad de los 11.000 mineros que laboraban en la mina al iniciarse la huelga han emigrado; los que quedan sobreviven desde hace un año con el 10% de sus ingresos, que eran de alrededor de 40.000 pesos; 1.200 contratistas desempleados.

Cananea, en el estado de Sonora, famosa desde la Revolución Mexicana, se encuentra a punto de convertirse en una ciudad fantasma. Miles de habitantes han emigrado, muchos comercios han cerrado, otros resisten con enormes pérdidas. Los mineros no pueden trabajar debido a una huelga que desde hace un año mantiene un sindicato, a cuyo líder persigue la justicia debido al desvío de millones de dólares de los trabajadores.

El sindicato, manejado desde Canadá por su líder, conocido como Napo II, quien heredó la Secretaría General de su padre, exige se retiren las acusaciones penales en su contra a cambio de terminar la huelga en la mina de Cananea. Millonarios recursos manejados desde Canadá, donde vive Napo II, son destinados a pagar abogados y mantener asustados a la mayoría de mineros. Esos recursos y los incondicionales del líder son suficientes para destruir una fuente de trabajo, acabar con un pueblo y mantener en jaque a las autoridades mexicanas.

Más de la mitad de los 11.000 mineros que laboraban en la mina al iniciarse la huelga han emigrado; los que quedan sobreviven desde hace un año con el 10% de sus ingresos, que eran de alrededor de 40.000 pesos; 1.200 contratistas desempleados, una inversión frenada que representa 3.600 empleos y un 75% más de producción. En total, la mina soporta pérdidas equivalentes a 1.360 millones de dólares. La producción de cobre en México se redujo en 40%, sustituida por ventas de mineras chilenas al mercado mundial.

Esos son algunos de los resultados de la decisión de un rico líder sindical de destruir una industria porque el Gobierno no accede a sus demandas de levantar órdenes de arresto en su contra por disponer de millones de dólares de los trabajadores y de declararlo oficialmente representante de los trabajadores mineros en México. Ese sindicalismo fascista, que mantuvo a México atrasado durante el siglo XX y todavía está vigente en algunos sectores de la economía, es una de las principales causas de desempleo, corrupción y caída de la competitividad internacional de la industria mexicana.

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