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George Will

Un largo camino

Cuarenta casas propiedad de negros resultaron destruidas, al igual que 21 negocios negros y varios de judíos. Miles de negros de Springfield huyeron al campo; algunos no volvieron nunca.

El Diccionario Oxford de Lengua Inglesa remonta la palabra “pogromo” a 1905, el año en que cientos de judíos rusos fueron masacrados en Odessa. En 1908 tuvo lugar un pogromo similar en Illinois. Sucedió en Springfield, esta semana se cumplen 100 años. De manera que consideremos el fenómeno del progreso, que en este momento parece más probable de lo que parecía hace apenas una década.

La noche del 13 de agosto, Mabel Hallam, una atractiva joven blanca cuyo marido Earl realizaba el turno de noche como conductor del tranvía, se fue a la cama pronto. Alrededor de las 23:30 fue despertada por el peso de un hombre sobre ella. "¿Qué te pasa, Earl?" dijo, "¿qué tripa se te ha roto?”. El hombre, que no era Earl y era negro, dijo, "estoy borracho." La violó y salió huyendo. Eso dijo ella.

"Atroz crimen de negro" y "Sacada de la cama y deshonrada por negro" fueron los titulares del día siguiente. Según Jim Rasenberger reconstruye los sucesos en su gran libro América 1908, la policía se llevó por la fuerza a los hombres negros de las calles del vecindario de Hallam hasta que ella identificó a uno, George Richardson, como su atacante. Hacia las 5 de la tarde, la cárcel estaba rodeada por una multitud de al menos 4.000 personas sedientas de sangre. Ochenta y nueve negros serían linchados en América en 1908.

El sheriff de Springfield solicitó la ayuda de un ciudadano prominente, propietario del mayor restaurante de la ciudad, y de un rápido automóvil, para asesorar a Richardson y a otro hombre negro también acusado de violación fuera del término municipal. Esto enfureció más a la multitud, que destruyó el restaurante (un gerente blanco perdió la vida como consecuencia de una bala perdida), amontonó su mobiliario sobre el automóvil volcado del propietario y prendió fuego a la pira.

Durante las seis horas siguientes los alborotadores, alimentados por el alcohol sustraído del restaurante, saquearon dos vecindarios negros, provocando incendios e impidiendo el paso a las carretas de bomberos y cortando sus mangueras. Cuarenta casas propiedad de negros resultaron destruidas, al igual que 21 negocios negros y varios de judíos. Miles de negros de Springfield huyeron al campo; algunos no volvieron nunca.

Tras apalear a un anciano negro y a un negro paralítico, a las dos de la mañana el tumulto sacaba de su casa a un barbero negro de 56 años, le apaleaba hasta dejarlo inconsciente, le ahorcaba de un árbol y mutilaba su cadáver. Los aficionados a los recuerdos arrancaron trozos del árbol, que había desaparecido por completo antes del final del día.

A la noche siguiente una turba de 500 personas se dirigió soga en mano a la casa de un prominente y acaudalado negro de 84 años de edad que, en pie delante de su casa, preguntó, "Buenas noches caballeros. ¿Qué puedo hacer por ustedes?". Fue apaleado, acuchillado con una navaja de afeitar y colgado de un árbol demasiado flexible para soportar su peso. Estaba vivo cuando las tropas de la milicia estatal llegaron hasta él. Falleció esa misma noche.

Los titulares del New York Times del día siguiente decía así: “Alborotadores cuelgan a otro negro. Multitud enfervorecida en Springfield, Illinois, desafía a 3000 efectivos del ejército, ahorca a anciano inocente víctima.”

Ciento diecisiete alborotadores fueron procesados. Uno fue multado con 25 dólares por hurto menor; otro, un adolescente, fue enviado al reformatorio. La señora Hallam admitiría más tarde que se inventó el ataque para explicar a su marido algunas contusiones provocadas por su amante.

Bien, saltemos en el tiempo hasta hace 10 años, cuando los americanos estaban embriagados por los vapores de innumerables triunfos. La Guerra Fría se había ganado, la Guerra del Golfo había sido un paseo militar, Rusia se democratizaba, China estaba enfrascada en la lógica del Postulado Starbucks (dé a la gente una elección de café y pronto seguirán unas elecciones libres multipartidistas) y todo el mundo se estaba enriqueciendo con las acciones de las tecnológicas. El cansancio de las diversas religiones conflictivas, fascismo, comunismo,  socialismo, significaba que no quedaba ningún rival ideológico al modelo americano para organizar una sociedad moderna. Pocos americanos anticiparon la agresión procedente de gente que desprecia la modernidad.

Hoy, el Gbierno de Rusia es despotismo impregnado de asesinato, China va a lograr el enfisema universal antes que el sufragio universal significativo, y los americanos, en una depresión extrema fruto de dificultades económicas que no han llegado a la recesión, suscriben melancólicamente el retorno de la Teoría Whiggamore de la Historia, que sostiene, o sostuvo en tiempos, que el progreso (la libertad constantemente ampliada y ennoblecida) es la esencia de la historia de la humanidad.

Así pues, recuerde Springfield. El cerco a la cárcel, los disturbios, todo el linchamiento y la mutilación sucedidos a un tiro de piedra de donde, en 2007, Barack Obama realizaba el anuncio de su candidatura presidencial. Sea lo que sea que piense de su apoteosis, su triunfo manifiesta la esencia de la historia, que no es la inalterabilidad (el progreso es inevitable) sino su posibilidad, lo cual es suficiente. Las cosas no fueron siempre como son.

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