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Charles Krauthammer

La OTAN da carta blanca a Putin

Un diplomático alemán afirma que, para empezar, el asunto de Georgia no debió haberse llevado ante la OTAN, sino que en su lugar debió haberse elevado a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.

Lea los primeros cinco párrafos de la declaración de la OTAN sobre la invasión rusa de Georgia y no encontrará ni una pista de quién invadió a quién. La declaración es casi cómicamente imparcial. "Deploramos toda víctima mortal", afirma, como si condenase el accidente de un autobús. Y, "expresa su grave preocupación por la situación en Georgia". Nada menos que situación. No es hasta el sexto párrafo que la OTAN, una alianza entre 26 naciones con 900 millones de personas y casi la mitad del PIB mundial, desenvaina su poderosa espada, afirmando audazmente que "la acción militar rusa" (mi agresión, ni invasión, ni siquiera incursión, sino "acción") es "inconsistente con su papel pacificador".

Habiendo lanzado una temible tautología contra Moscú, ¿qué acción adicional toma la "Mayor Alianza de Todos los Tiempos"? Cancela la reunión del Consejo de Rusia-OTAN. Eso es todo. Ni disolución del G8. Ni bloqueo al ingreso de Rusia en la Organización Mundial de Comercio. Ni suspensión de la participación en las Olimpiadas de Invierno 2014 de Sochi (a 15 millas de la frontera georgiana). Ninguna declaración de apoyo al Gobierno de Saakashvili.

Recuerde: no se proponen acciones militares, sino medidas perfectamente indoloras para Occidente pero que afectarían significativamente a Rusia. En los días de la URSS, a Rusia estas cosas no le importaban porque ocupaba el centro de un sistema autárquico y auto contenido que incluía 15 repúblicas soviéticas, toda Europa Oriental y un grupo de colonias en ultramar. Una vez que todo esto ha desaparecido, la Rusia post-soviética es infinitamente más dependiente del sistema internacional. Tiene puntos sensibles económicos y políticos. Pero con Georgia ocupada, su infraestructura destruida y su capital en estado de sitio, la OTAN no aprovechó ninguno de ellos.

La televisión rusa está anunciando "una grieta en el bando de la OTAN". Más bien un abismo. En un artículo publicado en el Times de Londres, David Miliband, Secretario de Asuntos Exteriores británico, se opone incluso a expulsar a Rusia del G8, una medida perfectamente calibrada y que llegaría con retraso. Y un diplomático alemán afirma que, para empezar, el asunto de Georgia no debió haberse llevado ante la OTAN, sino que en su lugar debió haberse elevado a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, un órgano consultivo sin ningún poder ejecutivo, y ante Naciones Unidas, donde la inacción está garantizada cortesía del veto ruso.

Hay que decir a su favor que los franceses intentaron hacer algo. Desafortunadamente, el Presidente Nicolás Sarkozy fue conducido por Moscú a una situación en la que todas las opciones eran malas. El artículo V del acuerdo de alto el fuego que arbitró reconoce a Rusia el derecho a "llevar a cabo medidas de seguridad adicionales" dentro de las fronteras de Georgia. Es de hecho una licencia para la ocupación rusa.

Vaya con la Vieja Europa. La Nueva Europa, con recuerdos más frescos de la opresión rusa, no se mostró igual de negligente. Los presidentes de las repúblicas bálticas (más Ucrania y Polonia) volaron a Tbilisi para expresar su solidaridad con el Gobierno de Saakashvili. Ucrania amenazó a la flota rusa con la pérdida de su base de Crimea y hasta ofreció abrir a Occidente dos estaciones de radar ex soviéticas. Y Polonia dejó a un lado sus dudas acerca de los detalles de una batería de defensa balística, accediendo casi de la noche a la mañana a los términos americanos.

Europa Oriental entiende los riesgos de Georgia. Es el blanco final. Los objetivos de Rusia están claros: 1, amputación de Osetia del Sur y Abjasia de Georgia para su incorporación a Rusia; 2, derrocamiento del Gobierno pro-occidental de Georgia; y 3, intimidar a los países de Europa Oriental para que vuelvan a entrar en la esfera de influencia rusa.

El objetivo 1 está alcanzando ya. Georgia no va a recuperar nunca sus provincias. Pronto serán absorbidas en Rusia. Por ahora, el objetivo 3 le ha salido mal a Rusia. Los países de Europa Oriental –y Estados Unidos– han cerrado filas con torno a Georgia. Sigue estando en el aire el objetivo 2. Los tanques rusos han cortado Georgia por la mitad. Su mayor puerto ha sido saqueado. Su capital está aislada. Rusia está dando todas las señales de querer conservar el control y la última palabra sobre el país.

Si las condiciones actuales continúan, Georgia será asfixiada y Saakashvili caerá para ser reemplazado por un títere ruso al que de forma magnánima Rusia ofrecerá negociar. Rusia habrá demostrado su capacidad para destruir un régimen pro-occidental vecino sin invasión a gran escala u ocupación y con cero resistencia por parte de la OTAN. Los líderes de Europa Oriental observarán este resultado con sorpresa, volverán a evaluar su movimiento reflejo hacia Occidente y, con el tiempo, empezarán a acomodarse a las ambiciones rusas. Cada uno de los objetivos rusos habrá sido alcanzado.

Ese es el motivo de que haya tanto en juego en las próximas semanas, un momento de máxima presión sobre el Gobierno Saakashvili. El objetivo de esta guerra es desmoralizar y dominar Europa Oriental. Su resultado final depende por completo de un hecho: si Rusia tiene éxito o no a la hora de derrocar lo que llama despreciativamente "el régimen de Tbilisi". Nos jugamos mucho más que Georgia.

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