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Amando de Miguel

El discutido origen de las palabras

Es claro que la etimología poca ciencia es, lo que no le quita nada su interés.

Sobre la teoría de San Román de Calamocos (Pontevedra), Javier Vicuña Ruiz (San Sebastián) cita a Voltaire: "La etimología es una ciencia en la que las vocales importan poco y las consonantes absolutamente nada". Aparte de la broma, don Javier apunta que, efectivamente, Calamocos significa algo así como "las terneras bellas", pues en griego kalós significa "bello" y mosjos "ternero". Otra cosa que hemos aprendido. No te acostarás sin saber una cosa más. Tengo para mí que la etimología no es una ciencia, sino más bien una historia interminable de las palabras en la que caben diferentes versiones. Aunque se fije el origen inmediato de una voz ¿cómo saber que esa voz original procede de otra palabra en esa lengua o en otras anteriores? ¿Por qué los griegos llamaron mosjos al becerro, al cachorro o incluso al niño? ¿No es interesante que esa voz se relacionara con la acción de transplantar o injertar las plantas? Nosotros llegamos a esa misma asociación al considerar que los hijos (de las personas) son "vástagos".

Justiciano Rodríguez documenta que en Becerrá (Lugo) hay un monte que se llama O Calamouco. Es posible que estemos ante otra zona donde se crían hermosas terneras.

Millán González Díaz (Oviedo, Asturias) comenta que el DRAE considera de "origen incierto" la voz piscolabis (= bebida que se toma por placer). Don Millán sostiene que esa palabra procede de pisco, una especie de aguardiente que se toma en Perú. Roque Barcia arguye que se forma con pizca (= un pequeño sorbo) y labio. Mi impresión es que se trata de un falso latinismo popular, al estilo de cónquibus (= dinero) o modus vivendi (= modo de ganarse la vida). Es claro que la etimología poca ciencia es, lo que no le quita nada su interés.

Don Millán anda intrigado con la voz taco que tantas cosas significa. Para mí que su origen está en la voz natural tac asociada al sonido que depende de un golpe seco con un cuerpo sólido. Recuérdese el tictac del reloj o del corazón, el tiquitraque de la máquina de coser o el tacataca de los niños. De ahí también estaca, tacada, tarugo, tacón, etc. Al final de muchas excursiones etimológicas está la onomatopeya.

Moshé Yanai (Ranat Hasharón, Israel) me dice que los sefardíes han conservado una hermosa palabra, meldar (= leer). Por ejemplo, "el meldado suele indicar la oración en recuerdo del finado". En efecto, la palabra está en el DRAE como "leer, aprender, decir, enseñar". Procede del griego meletan. No soy quien para enmendar la plana al DRAE, pero creo que el verbo griego es meletao (= prepararse con estudio, declamar, recitar, cuidar de). Quizá venga de ahí meditar a través del latín meditari (= ejercer con la mente). El Diccionario etimológico de Roque García recoge meldar como el acto de ir a rezar a la sinagoga por parte de los judíos.

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