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Manuel Ayau

Los sabelotodo se equivocan

En su excelente libro Estados Unidos contra Estados Unidos, recientemente publicado por el Fondo de Cultura Económica, el doctor Alberto Benegas-Lynch cita sobre el derecho a portar armas al precursor del derecho penal, Cesare Beccaria. En su obra De los delitos y de las penas, Beccaria escribió:

Prohibir la portación de armas sería lo mismo que prohibir el uso del fuego porque quema o del agua porque ahoga [...] Las leyes que prohíben el uso de armas son de la misma naturaleza: desarma a quienes no están inclinados a cometer crímenes [...] Leyes de ese tipo hacen las cosas más difícil para los asaltados y más fáciles para los asaltantes, sirven para estimular el homicidio, en lugar de prevenirlo, ya que un hombre desarmado puede ser asaltado con más seguridad por el asaltante.

Por su parte, el economista canadiense Pierre Lemieux observa que ninguno de los asesinatos múltiples de estudiantes y en centros comerciales (como los ocurridos en Virginia, Columbine, Jonesboro, Dawson College, etc.) sucedió en lugares donde es lícito portar armas; los asesinos no tenían tal permiso.

La peor amenaza a la credibilidad de los más acariciados argumentos neosocialistas, antiliberales, antimercado y antiderechos individuales es el éxito que el mercado ha tenido en disminuir la pobreza en Asia, para mencionar sólo un ejemplo del siglo XXI.

Las nacionalizaciones y expropiaciones de empresas (hasta de viviendas declaradas "monumentos nacionales") recuerdan aquella vez en que un colega de Hitler lo criticó por no ser congruente con su socialismo (nacional-socialismo), ya que su Gobierno no expropiaba o nacionalizaba las empresas. Hitler contestó que eso era un asunto meramente formal porque el verdadero dueño es quien dispone lo que las empresas hacen y él decidía hasta los precios, a través de los reglamentos que promulgaba.

Recientemente se cruzaron las líneas telefónicas y me quedé oyendo una conversación que me pareció muy educativa. Un chavo le decía a su amigo tener la intención de ampliar su negocio, pero que sólo sería rentable si el Congreso pasaba una ley restringiendo la competencia extranjera, para obligar a los demás ciudadanos a comprarle a su gremio. El amigo le preguntó: "¿Y cómo logras que te pasen una ley así?" La respuesta fue: "¡Adivina!"

Lástima que en la insidiosa encuesta sobre adopciones de la desprestigiada UNICEF no pudieran preguntar a los bebés abandonados si preferirían ser adoptados para vivir aquí en Guatemala o en Estados Unidos. ¿Sabía usted que la nueva ley impulsada por UNICEF no permite a los padres escoger a sus futuros hijos adoptivos, sino que el Gobierno los asigna? La UNICEF se ha caracterizado en todo el mundo por crear miseria y propulsar la inmoralidad.

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