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EDITORIAL

Corbacho y la inmigración

Si lo que quiere es que se contrate a más españoles o inmigrantes que ya están en nuestro país tiene una manera sencilla de conseguirlo: retirar el subsidio de desempleo a quienes rechacen varias ofertas de trabajo acordes con su perfil laboral.

Para el nuevo ministro de Trabajo, la política de inmigración de Caldera fue "magnífica", pero "ya está amortizada". No sabemos si en esa curiosa apreciación se incluye también su propia decisión de "aproximar a cero" la cifra de inmigrantes contratados en origen, que en dos días ha pasado de ser una medida estrella para luchar contra el paro a ser completamente abandonada.

Repasemos los hechos. El pasado miércoles, Corbacho nos sorprendía asegurando que iba a acabar con esta forma legal de emigrar a nuestro país con muy pocas excepciones, como los trabajadores cualificados. Ante la ruidosa oposición a la medida por parte de sindicatos y patronal, el Ministerio de Trabajo anunció el jueves que una parte considerable de estas contrataciones, las de los temporeros, seguiría en pie. Finalmente, este viernes De la Vega ha desautorizado a su ministro asegurando que se contratará el número de extranjeros "que se necesiten".

Puede que ésta sea una ocasión única e irrepetible para alabar el sentido común de la vicepresidenta del Gobierno, que habíamos empezado a considerar no como un bien no ya escaso, sino directamente inexistente. Corbacho parece considerar absurdo que las empresas contraten fuera cuando hay cada vez más parados dentro, como si los patrones fueran tontos y decidieran estas cuestiones por capricho, siendo como es en igualdad de condiciones más rápido, seguro y barato emplear a alguien que no tienes que traer del extranjero. Desgraciadamente, incluso en una crisis como la actual se hace necesario contratar fuera para hacer algunos trabajos que los españoles, gracias al colchón del Estado del Bienestar, no quieren hacer. Y si se impidiera hacerlo legalmente, muchas empresas optarían por hacerlo ilegalmente.

En cualquier caso, es de esperar que tanto la menor contratación a nivel general como la bolsa de inmigrantes parados que permanecen en nuestro país reduzcan la cifra de extranjeros contratados en origen. De hecho, las propias cifras del ministerio parecen acusar una cierta reducción, aunque leve, que habrá que ver cómo se comporta según empeora la situación.

No obstante, cabe expresar ciertas dudas sobre las intenciones reales de Corbacho. Si lo que quiere es que se contrate a más españoles o inmigrantes que ya están en nuestro país tiene una manera sencilla de conseguirlo: recoger la antigua propuesta del PP de retirar el subsidio de desempleo a quienes rechacen varias ofertas de trabajo acordes con su perfil laboral. Porque lo que no es normal es que sólo el 2% de los parados entrevistados por el INEM de Huelva haya aceptado trabajar en la recogida de la fresa. Luego se quejarán de que "los extranjeros nos quitan el trabajo".

Parece que el ministro de Trabajo, más que resolver problemas, pretendía satisfacer a la desgraciadamente cada vez más amplia bolsa electoral de españoles que tienen que competir con inmigrantes no sólo por los empleos, sino también por los diversos subsidios y ayudas del Estado, y que se siente agraviados de que se les "usurpen" lo que los políticos se empeñan en llamar "sus derechos". Porque la solución real al problema que le preocupa es bien sencilla, y no es la que ha anunciado y retirado, sino la que el PP propuso en su día.

Y si miramos más allá y queremos reducir de verdad el desempleo, habría que abrir el melón de la desregulación del mercado laboral. Pero eso es difícil que lo haga este Gobierno dedicado exclusivamente a mantenerse en la poltrona.

En Libre Mercado

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