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EDITORIAL

Cerrar todas las puertas a los asesinos

La respuesta no debe quedar ahí, porque, como ha indicado Rosa Díez, condenar "ni disuade a los asesinos ni consuela a los heridos". Tras la ilegalización, siguen quedando muchos ayuntamientos –con sus presupuestos– en manos de regidores de ANV.

Parece que desde que al Supremo le dejaron decidir sobre la legalidad de las siglas ANV y PCTV, y naturalmente decidiera situarlas fuera de la ley, ETA ha querido dejar más claro que nunca su vinculación con ellas. Al fallido intento de asesinato mediante una bomba lapa de un policía nacional el pasado martes, se han sumado las dos bombas colocadas este fin de semana en Vitoria y Ondarroa –especialmente repugnante este último, en el que los etarras lanzaron dos cócteles molotov contra la comisaría de la Ertzaintza para que los agentes salieran y murieran en la explosión– y el coche-bomba contra el Patronato Militar de Santoña, que se ha cobrado una víctima mortal.

Condenar los atentados es lo mínimo que cabe esperar, pero la respuesta no debe quedar ahí, porque, como ha indicado Rosa Díez, condenar "ni disuade a los asesinos ni consuela a los heridos". Tras la ilegalización, siguen quedando muchos ayuntamientos –con sus presupuestos– en manos de regidores de ANV, consistorios que podrían ser disueltos por el Ejecutivo en aplicación de la reforma de 2003 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local, que lo habilita para hacerlo. Nadie entendería que se disolviese el ayuntamiento de Marbella por razones bien justificadas, pero al fin y al cabo menores en comparación con la complicidad con el terrorismo, y no se hiciera lo propio con los consistorios de estos municipios vascos.

La serpiente podrá estar herida, pero no morirá mientras tenga recursos para poder continuar con su criminal actividad. Está en las manos del Gobierno rematarla o dejarle respirar un poco, alargar su agonía. Será difícil creer que esta "fase de confrontación" es la única que pueden esperar ya los etarras de Zapatero mientras siga dejándole puertas abiertas al terror.

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