La crisis económica no necesita poses, sino medidas eficaces. Todo lo demás son simplemente pamplinas. El anuncio de Rodríguez Zapatero sobre una posible reunión con Mariano Rajoy es más de lo mismo: un golpe de imagen y poco más. Es la estrategia de Zapatero cansina como pocas e ineficaz como todas. Mucha fotografía, pero pocos resultados.
Nos encontramos ante una crisis internacional de grandes dimensiones y de repercusiones cuyo alcance por ahora se desconoce, y España no está preparada adecuadamente para afrontarla. Los vaivenes de nuestra política económica, la ausencia de reformas liberalizadoras y las repetidas frivolidades del Ejecutivo no han contribuido a preparar la economía ante la crisis.
Y, por si fuera poco, el Gobierno ha optado durante mucho tiempo por esconderse, no dar la cara y negar sus responsabilidades. El único cambio estratégico que ha anunciado en todos estos meses ha sido esta ocurrencia de reunirse con Mariano Rajoy. Pero si nos atenemos a los encuentros anteriores (que no han sido pocos), no hace falta ser adivino para pronosticar una total ausencia de resultados.
A estas alturas, lo que hace falta es un plan que reconozca la realidad, acepte los errores del Gobierno y reaccione con las medidas pertinentes. Las fotos son una pérdida de tiempo. Zapatero quiere verse con Rajoy, pero ¿para qué? No es un problema de imagen, sino una cuestión de fondo: la pasividad y falta de voluntad política de este Ejecutivo.
Los acontecimientos financieros se están desarrollando muy rápidamente y el Gobierno parece empeñado en no querer enterarse. Ha abusado de la inercia de las bonanzas pasadas y piensa que los ciudadanos se tragan toda su propaganda. La foto entre Zapatero y Rajoy es un intento desesperado de ganar tiempo, pero en esta crisis ya no hay espacio para más pamplinas.