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Daniel Rodríguez Herrera

El canon y las tiendas de informática

Habrá muchas tiendas, seguramente la mayoría, que con mayores o menores problemas logrará sobrevivir. Pero entre las que tengan que echar el cierre, habría un número –incalculable– que sin canon habría podido pasar el mal trago.

En el número de octubre de PC Actual, la gerente en España de Alternate, una conocida tienda de ordenadores y componentes que está presente en varios países de Europa y que en España tiene su sede en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes, explica cómo ha afectado el canon a sus ventas: "Hasta el pasado mes de julio se venía facturando una media de 250.000 euros netos mensuales por la venta de discos duros. Pero esta cantidad ha bajado un 28% desde la entrada en vigor del canon digital y apenas llegamos ahora a los 180.000 euros mensuales".

Gila Feriduni protesta porque se haga pagar a los consumidores un impuesto más ahora que sufrimos un "periodo de dificultades objetivas", que diría Zapatero. Especialmente porque se pagan cantidades en muchos casos excesivas. Por ejemplo, 13,92 euros por un disco duro, tenga el tamaño que tenga. "Algo desproporcionado si pensamos que un disco duro de 80 Gbytes tiene un precio, por ejemplo, de 29 euros, IVA incluido. En este caso se grava el precio un 48%". Pese a que afecte negativamente a su negocio, a la gerente de Alternate no le extraña que los españoles se busquen alternativas, como comprar por internet en tiendas andorranas o en otras donde directamente se incumpla la ley o se etiqueten los discos duros como "maestro" para evitar el pago del canon, por más que esa distinción sea absurda en términos tecnológicos.

El problema, claro, es que las tiendas que cumplen con la legalidad vigente se están viendo en muchos casos en un periodo de dificultades objetivas cuyo fin no se vislumbra a simple vista. Es probable que en parte sea debida a que los españoles nos estemos retrayendo del consumo. Pero si las diferencias entre los productos gravados y los que no lo están son notables, no cabe duda de que una parte considerable de los problemas de las tiendas de informática son debidos al canon, ese impuesto con que el Estado sufraga a una industria ineficiente que ha sido incapaz de adaptarse a los tiempos castigando a las compañías que venden productos de alta tecnología (claves para incrementar la productividad de las empresas). Sin duda, una medida que nos ayudará mucho durante esta crisis. Perdón, sí, lo he dicho. Me refería a las dificultades transitorias, ya saben ustedes.

Habrá muchas tiendas, seguramente la mayoría, que con mayores o menores problemas logrará sobrevivir. Pero entre las que tengan que echar el cierre, habría un número –incalculable– que sin canon habría podido pasar el mal trago.

Así las cosas, espero que me entiendan si no rompo a llorar cuando me entero de que los jueces han declarado legales los sitios web con enlaces a ficheros compartidos en redes P2P, a pesar de las mediáticas redadas de los policías de Rubalcaba. O que han elevado a los tribunales europeos una consulta para saber si es acorde con la legislación comunitaria el cobro del canon a empresas y administraciones públicas, lo que podría secar durante un par de años el dinero que recaudan las entidades de gestión de esas fuentes.

El canon no se ha impuesto porque se haya considerado justo, sino por la influencia y la capacidad de lobby que han demostrado las entidades de gestión de derechos de autor. En España, desgraciadamente, no sólo no podemos tumbar un plan de rescate de 700.000 millones de dólares, como han hecho los electores estadounidenses presionando a sus congresistas para que votaran en contra, sino que ni siquiera hemos sido capaces de frenar este atropello pese a que los ciudadanos se declaran mayoritariamente en contra del canon. Quizá nos merezcamos lo que nos pase.

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