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Ahora sí, ahora no

El caos es considerable. Cuando Chacón subraya la celeridad con la que el Gobierno y su ministerio han promovido todo tipo de iniciativas para actuar contra la piratería, no hace más que alimentar el desconcierto

Por segunda vez desde abril, las fuerzas armadas de Francia han intervenido en el Golfo de Adén para rescatar a ciudadanos franceses secuestrados por piratas somalíes. Nuevamente una operación espectacular que culminó con éxito: liberaron a los rehenes, mataron a un pirata y apresaron a otros seis. Así advierten a aquellos que se dedican a la piratería que con los franceses no conseguirán ningún premio, que con ellos no se juega. Sarkozy sabe que Francia no podrá luchar sola contra los piratas modernos que invaden los mares de Somalia y del Océano Índico acosando, secuestrando, atacando, robando, traficando con armas y matando. Pero ello no le disuade para actuar con contundencia con los medios de que dispone cuando es necesario.

No ocurre lo mismo en el caso español. En clara contraposición, el Gobierno de Zapatero paga rescates y no acude en ayuda de los buques españoles que faenan en la zona y que le reclaman desde hace mucho tiempo protección. Ahora está esperando a que la Unión Europea defina las actuaciones que va a realizar en Somalia para especificar la contribución del gobierno a la lucha contra la piratería en el Índico. Mientras, un avión de patrulla marítima P-3 Orión realiza labores de vigilancia en la zona, pero sin disuadir a los bucaneros de que aborden las embarcaciones españolas, lo que hace que el contraste con el caso francés sea más sangrante.

La vergonzosa actuación del Gobierno en este tema se remonta al año 2005, cuando los pescadores españoles empezaron a pedir protección en las aguas del Índico y los socialistas decidieron que ése no era un asunto del Estado. Al año siguiente, Moratinos aseguraba que se estaba estudiando el envío de una patrullera para proteger a la flota pesquera y que se estaba negociando con países amigos para garantizar la seguridad de las embarcaciones. Sin embargo, en octubre de 2007, el Gobierno de Zapatero volvía a descartar el envío de cualquier fuerza por razones técnicas, económicas y de eficacia, incumpliendo una iniciativa aprobada por el Congreso. En abril de 2008 se producía el secuestro del atunero Playa de Bakio y el humillante pago del rescate y actuación del gobierno socialista.

La piratería y la grave situación de la flota pesquera en el Índico han saltado por fin a los medios de comunicación y a la opinión pública. Desde entonces, este Gobierno, alérgico al uso de la fuerza aunque sea para defender los intereses nacionales, ha sido incapaz de definir un plan de actuación que proteja a los barcos españoles que faenan frente a las costas de Somalia.

Tras el secuestro del Playa de Bakio, los socialistas anunciaron que España lideraría una fuerza multinacional para luchar contra la piratería marítima en breve. Incluso la ministra de Medio Ambiente se comprometió a presentar en el Congreso y antes de verano la estructura de un mecanismo de vigilancia y protección. Ni una cosa ni otra. La ministra de Defensa admitía poco después que el despliegue de esta fuerza iba ser más difícil de lo pensaba.

En septiembre, otro atunero español sufría un intento de secuestro cerca de la costa somalí y el gobierno comunicaba el envío de un único militar como contribución española a la lucha contra la piratería. Poco después, Diego López Garrido, secretario de Estado para la Unión Europea, prometía nuevamente y de forma inminente el envío de aviones y buques de guerra al Índico que patrullarían bajo la coordinación de una célula con sede en Bruselas. Sin embargo no fue capaz de concretar nada más, ni medios ni fechas. Para rematar el caos español en Somalia, y de forma inesperada, Chacón y Espinosa anunciaban que el Gobierno enviaría un avión P-3 Orión y 90 militares para alertar a los atuneros de la presencia de barcos sospechosos, pero no para protegerles. Por si fuera poco, el avión enviado por Defensa sufrió un problema mecánico y no pudo entrar en servicio, teniendo que esperar a una nueva aeronave que parece que ya ha entrado en funcionamiento.

El caos es considerable. Cuando Chacón subraya la celeridad con la que el Gobierno y su ministerio han promovido todo tipo de iniciativas para actuar contra la piratería, no hace más que alimentar el desconcierto, que se extiende en todas las direcciones. Si además, y como subrayó ayer en el Senado, sus mayores esfuerzos desde que dirige este departamento se los ha llevado el asunto de Somalia, que los buques españoles se echen a temblar, porque su seguridad no está garantizada por el ministerio de Defensa.

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