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Eva Miquel Subías

Australopithecus Lucy

La exquisita y refinada propuesta de esta semana llega de la mano de un grupo de mujeres, que –y esto lo que más rabia me da– bajo la bandera del feminismo animan a las barcelonesas a hacer las necesidades libremente en el espacio público.

Barcelona, ciudad de vanguardia donde las haya o las hubiera, ha decidido acoger sin reparos algo que se ha puesto de moda en los últimos tiempos entre algún que otro ocioso sector: circular en "pelotillas" por la calle. Con o sin bici y por cada uno de los rincones de la urbe, ya sean más recoletos o más amplios, más céntricos o más periféricos.

Cuando mi madre me llamó para contarme que había realizado un trayecto a pie entre las vías de Pau Claris y Girona llevando como compañero de viaje a un transeúnte que iba tal y como vino al mundo (si es que es de éste y no de otro) no podía dar crédito. Una primera cuestión que me planteé es dónde guardaría el buen hombre el Documento Nacional de Identidad y una segunda, el hecho de que nadie de la Guardia Urbana se acercara siquiera a unos metros con tal de disuadirle, pero claro, es que no recordaba que nuestro flamante ex Alcalde, ahora por tierras turcas, "constató un derecho de los ciudadanos" y recordó que no era ilegal pasearse con los pellejillos al aire por nuestra querida ciudad.

Sería interesante que el Sr. Clos intentara promover la exportación de la innovadora Ordenanza de Medidas para Fomentar y Garantizar la Convivencia Ciudadana, pero en Ankara o Estambul. Quien sabe, quizá nos sorprendería el resultado.

La exquisita y refinada propuesta de esta semana llega de la mano de un grupo de mujeres, que –y esto lo que más rabia me da– bajo la bandera del feminismo animan a las barcelonesas a hacer lo que ellas califican como Pixing, es decir, hacer las necesidades libremente en el espacio público facilitando para ello una serie de puntos "estratégicos" para contribuir, desde la excelencia y la feina ben feta, a la lucha por los derechos de las féminas.

Cuando la diminuta Lucy, nuestra australopitecina favorita, empezaba a mostrar los primeros signos evolutivos hacia la hominización, no creyó nunca que unos cuatro millones de años más tarde se vislumbraría en la Ciudad Condal una especie de hembra neo-afarensis que enlazaría todos los nexos perdidos con ella y reivindicaría las costumbres más primitivas.

¡Si Simone de Beauvoir levantara la cabeza! Tanto camino recorrido para regresar a las cavernas. Vamos a ver señoras, cuando la compañera de Jean Paul Sartre decía aquello de que no se conseguiría la total igualdad entre hombres y mujeres hasta que no hubiera la misma cantidad de mujeres inútiles ocupando puestos de responsabilidad como hombres inútiles hay en el mundo, se refería a lo que se refería –un canto a la mediocridad en mi humilde opinión– y no a propuestas toscas, groseras, carentes de sentido alguno y absolutamente frívolas que, con la que está cayendo, ya les vale.

Y no voy a entrar ahora en debates sobre la elección entre la libertad y la igualdad porque me acelero y no paro. Así que en estos momentos, si me disculpan, me voy debicing, a pensar si me hago unpiercing y con un poco de suerte, a esquivar a las miembras que practicanpixing.

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