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Amando de Miguel

Historias para contarlas junto a la chimenea

Zapatero se presentó con traje de calle, lo que obligó a las autoridades –previamente avisadas– a prescindir del esmoquin. Don José Mª precisa que, en las fotos de su boda, Zapatero sí iba de esmoquin, a pesar de que era una boda eclesiástica.

Alfonso Blanco Rivas me cuenta una divertida historia que narró la famosa presentadora de la televisión norteamericana Barbara Walters. La periodista viajó a Afganistán hace algún tiempo cuando no habían estallado los recientes conflictos. Anotó la costumbre de que las mujeres caminaban cinco pasos detrás de sus maridos. Hace poco tiempo la periodista volvió a Afganistán y observó que se mantenía vigente la costumbre dicha, a pesar de que se había puesto fin al régimen talibán y el país había empezado a modernizarse. Es más, las mujeres caminaban a mayor distancia detrás de sus maridos. La periodista planteó la pregunta a una mujer afgana: "¿ Cómo es que ustedes, las mujeres, parecen tan contentas con una costumbre que tenían que haber cambiado?". La mujer miró fijamente a la periodista y contestó sin vacilación: "Minas antipersonas". La moraleja de esa historia es clara: "detrás de cada hombre, hay siempre una mujer inteligente".

Teodoro Portillo revela que un pariente suyo, comerciante, compraba papel de estraza de dos clases, uno normal y otros más "cargado" con más cal o yeso que empleaba para envolver y pesar los artículos más caros, como el café. Don Teodoro asegura que a pesar de esa picaresca, el tendero no se hizo rico.

José Mª Navia-Osorio (médico él) me comenta el caso de la opinión pública tan dispuesta a expresar su satisfacción respecto a la sanidad española. Solo hay dos puntos en los que el público manifiesta algunas quejas: (1) las reiteradas llamadas telefónicas que son necesarias para acordar una cita previa y (2) la dificultad para aparcar en los hospitales. Corroboro esa impresión por mi experiencia personal. Añado otra queja que quizá no perciba don José Mª: los médicos (sobre todo los jóvenes) se explican muy mal a la hora de comunicarse con los pacientes o sus familiares. Tanto es así que, cuando se producen algunas excepciones de galenos que se expresan con claridad, parecen ángeles. Ahí es donde se ve la importancia de las palabras en el arte curativo. Una pregunta: ¿por qué "cita previa", ese pleonasmo? ¿No bastaría con "cita"? En las encuestas que yo he realizado o consultado se obtiene el mismo resultado: los españoles están satisfechos con el personal sanitario, pero no tanto con la organización hospitalaria.

José Mª Navia-Osorio se fija ahora en el lenguaje corporal, el del atuendo. Este año Zapatero asistió a la inauguración de la temporada de ópera en el magnífico teatro Campoamor de Oviedo. La tradición dice que hay que ir bien vestidos a la ceremonia. En el patio de butacas es obligatorio el esmoquin [no hace falta decir smoking porque en inglés no se dice así]. Pues bien, Zapatero se presentó con traje de calle, lo que obligó a las autoridades –previamente avisadas– a prescindir del esmoquin. Don José Mª precisa que, en las fotos de su boda, Zapatero sí iba de esmoquin, a pesar de que era una boda eclesiástica y en la iglesia el esmoquin no tiene buena prestancia. Quede el asunto para la pequeña historia.

Miguel Á. Taboada (que todo lo ve y lo oye) me envía este recorte de un periódico de Ecuador:


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