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José García Domínguez

El modo de producción copitalista

El clímax de ese peculiar capitalismo más anestesial que asistencial implantado en Andalucía desde hace un cuarto de siglo es justamente eso: el copitalismo.

Empieza a resultar evidente para cualquiera que intuya el significado de la expresión "concentración bancaria mundial" que, con la economía de mercado que conocimos hasta hace cinco minutos, va a pasar lo mismito que con las oscuras golondrinas de Bécquer: no volverá nunca más.

Admitámoslo de una vez, aquella forma más bien libertaria de organizar la producción y la distribución de las cosas, simplemente, murió de éxito durante el verano del año 2008 de la era cristiana. De ahí que, a estas horas, el sistema capitalista esté más acabado que el tupé de Anasagasti. Sería, pues, el instante procesal de buscarle una alternativa, si la lúcida clarividencia del gran Manolo Chaves no hubiera dado ya con ella, claro.

Porque a rey muerto, rey puesto. Así, si el difunto capitalismo nació en Inglaterra con Marx y Engels ejerciendo de comadronas intelectuales del sonado evento, el nuevo régimen llamado a sustituirlo, el modo de producción copitalista, que por tal responde, acaba de ver la luz en las Bodegas Hidalgo-La Gitana, de Sanlúcar de Barrameda. Que hasta allí, según nos cuenta El Mundo, son acarreados, en autocares fletados por la Junta de Andalucía, los obreros despedidos de la aeronáutica Delphi a fin y efecto de introducirlos en los secretos "del proceso de elaboración de la manzanilla".

Huelga decir que, una vez asimilado el arcano del asunto, los parados "pueden degustar como cortesía el célebre vino sanlurqueño", tal como confesó uno de sus "profesores" al periodista. Al parecer, ese intenso programa formativo de la Junta se complementa con visitas colectivas al zoo y el visionado de películas que aportan los propios desempleados. "Uno de ellos dice haber visto [en horario lectivo, naturalmente], entre otras, Hulk, El golpe, El héroe americano y el Rey Escorpión", explica el diario.

Una copita aquí, otra copita allá, esta ronda a cuenta del Erario y la siguiente también a cargo del Estao, la razón de ser del copitalismo, a diferencia de su estresante predecesor, no consiste en producir nada sino, muy al contrario, en esforzarse para no dar un palo al agua. De lo que se trata, en fin, es de pasarlo lo más mejor posible, con mucho cachondeo, mucha guasa, mucho arte y, sobre todo, de poner sumo cuidado y atención en no hacer na de na.

Al cabo, si la fase superior del socialismo, el ansiado estadio final del desarrollo pleno de las fuerzas productivas, había de ser el comunismo, el clímax de ese peculiar capitalismo más anestesial que asistencial implantado en Andalucía desde hace un cuarto de siglo es justamente eso: el copitalismo.

Venga, marchando otra de gambas...

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