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Que vaya Rajoy

Zapatero quiere estar en Washington para enterrar el capitalismo, no para salvarlo. Y para eso no debe contar con el apoyo de todos los que amamos la libertad de elegir y renegamos de una mayor injerencia en nuestras vidas del Estado.

Nosotros no creemos y no queremos que Zapatero asista a la cumbre de Washington. Y no nos avergüenza decirlo. Pero nuestra negativa no se debe a ninguna de las razones que suelen oírse estos días. Por ejemplo, nosotros no pensamos que no debe asistir como castigo por haber traicionado su palabra con Bush, haber humillado al pueblo americano al paso de su enseña nacional, haberse aliado con los indeseables de la Tierra, haberse equivocado de aliados europeos y todas esas cosas que han hecho de su política exterior un desastre nacional. La política internacional no es un juego infantil.

Pero tampoco coincidimos con quienes dicen que España debe estar representada en esta cumbre, por el bien de todos. Si Zapatero busca una foto no es nuestro problema. Nuestro problema son sus propuestas y actitudes hacia una crisis que siempre ha negado y que es incapaz de solventar. No es patriotismo sostener que España esté aunque sea con alguien que no va a añadir sino más crisis a la crisis. Se debe estar para dar soluciones, no desplantes y altanerías que es lo único que hasta la fecha ha sabido hacer nuestro presidente socialista. Para eso, mejor que no vaya.

Nosotros defendemos que no esté porque sus recetas ante estas crisis sólo la van a prolongar. Para empezar, Zapatero quiere hacer oír su voz. ¿Pero qué es lo que puede decir un negacionista? Zapatero ha negado tres veces ya como San Pedro: primero que no había crisis en España (antes de las elecciones y bastante después); segundo, culpando de nuestros males a Bush y sus neocons (cuando la causa de los males de la economía española sólo hay que buscarlos en España, su economía burbujera del ladrillo y la falta de competitividad internacional), y tercero, asegurando que el sistema financiero español es el más sólido del mundo (¿Por qué y para qué entonces el plan de rescate de nuestra banca?).

A diferencia del resto de países, la crisis en España no se debe a haber comprado paquetes tóxicos, según el Gobierno. Aunque calla que se debe a la crisis financiera de las constructoras y a un modelo basado en la burbuja inmobiliaria. Es decir, aunque no hubiese estallado en América, aquí la tendríamos igual. Es más, como todos los economistas reconocen, la crisis española no es solamente financiera, sino de la economía real, en gran medida porque desde hace cinco años no se han puesto en marcha las medidas requeridas para hacer competitiva nuestra economía. En ese sentido poco podría aportar.

En segundo lugar, España es diferente porque acumula varias crisis que hace que las posibles soluciones sean casi imposibles de abordar. Ya hemos dicho que no es una cuestión financiera, está la economía real (cuyo mejor termómetro son los crecientes niveles de paro) y, sobre todo, una crisis nacional, política e institucional. Y también de valores, como hemos repetido en sucesivas ocasiones en estas páginas. Por tanto Zapatero poco podría enseñar como modelo a seguir al resto de las economías en crisis, salvo en lo negativo. Es decir, "no hagan lo que hago yo".

Zapatero quiere estar en Washington para enterrar el capitalismo, no para salvarlo. Y para eso, por muy español que sea, no debe contar con el apoyo de todos los que amamos la libertad de elegir y renegamos de una mayor injerencia en nuestras vidas del Estado.

Si de verdad el actual presidente quiere hacer algo positivo por su país que sobre todo es el de todos los españoles que luche porque España –no él– sea invitada a la cumbre. Y que envíe en misión especial a Mariano Rajoy. La no crisis española es, en verdad, un asunto de seguridad nacional. Todos los esfuerzos de concertación son pocos. Que empiece dando ejemplo. Rajoy a Washington. Al menos no nos pasarían las facturas pendientes.

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