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Un español en el Congo

Una reciente investigación interna de Naciones Unidas ha revelado que centenares de cascos azules de la India que formaban parte del contingente en el Congo habrían presuntamente cometido abusos sexuales contra la población del país.

Han pasado sólo siete semanas desde su nombramiento y tres desde su incorporación oficial. El general español Díaz de Villegas, máximo jefe militar de la operación de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC), deja el cargo por razones personales, según un comunicado. Pero algunos medios han revelado que el general había mostrado su insatisfacción con la misión de la ONU: criticó la ausencia de una estrategia coherente, de un mandato fuerte y de los recursos necesarios para su buen desarrollo.

No es la primera vez que un mando militar critica una operación de mantenimiento de la paz de la ONU, aquellas que la comunidad internacional define como las únicas legítimas y legales, pero que se olvida que son claramente ineficaces. La mayoría de las misiones ONU han sido un rotundo fracaso y en algunas ocasiones han supuesto un gran desastre. Muchos militares –entre ellos los españoles– saben lo difícil que resulta trabajar bajo el paraguas de Naciones Unidas: una boina azul que significa estar atado de pies y manos, limitado hasta el extremo en movilidad y actuación. Las dramáticas consecuencias ahí están: desde el genocidio de Ruanda hasta la masacre de Sbrenica. Y lo peor es que las cosas no han mejorado, la ONU aún no ha aprendido de las experiencias del pasado y sigue cometiendo los mismos errores.

Los congoleños ya no creen en los cascos azules. Enfurecidos, han arrojado piedras contra ellos acusándoles de no haber hecho lo suficiente para impedir el avance de los rebeldes liderados por el Laurant Nkunda en el este del país africano y que desde el mes de agosto ha provocado el desplazamiento de más de 250.000 personas. Como en tantas otras ocasiones, el recrudecimiento de la situación se veía venir desde hace meses, pero Naciones Unidas ha sido incapaz de hacer nada.

Pero el descrédito de la MONUC –el mayor contingente militar que la ONU tiene en el mundo– no se debe sólo a su restrictivo mandato que de forma incomprensible e inmoral le impide actuar con eficacia y libertad contra los grupos rebeldes y evitar daños mayores contra la población. Una reciente investigación interna de Naciones Unidas ha revelado que centenares de cascos azules de la India que formaban parte del contingente en el Congo habrían presuntamente cometido abusos sexuales contra la población del país. De igual forma, soldados indios y paquistaníes habrían participado en una trama de venta de armas al Frente Nacionalista e Integracionista –otro de los varios grupos rebeldes que actúan en el Congo– a cambio de oro procedente de yacimientos de la región. No es extraño que muchos allí no quieran ni ver un casco azul.

La dimisión del general Díaz de Villegas ha sacado a la luz la olvidada, difícil y peligrosa situación que vive desde hace más de una década la República Democrática del Congo, que nos dará mas disgustos en el futuro. Pero también ha vuelto a poner en evidencia a Naciones Unidas, por la ineficacia de sus mandatos y de sus resoluciones, por ser incapaz de garantizar la paz y la estabilidad, por ser una organización corrupta donde hay cabida para todo tipo de gobiernos antidemocráticos y por no dejar sitio a aquellas pocas personas que todavía desean hacerlo bien. Nosotros cada vez lo tenemos más claro. Si es incapaz de cambiar, quizá sea mejor que desaparezca.

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