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José García Domínguez

Bienvenido mister Obama

En la frontera de lo cómico el PSOE al propalar que el candidato de los demócratas vendría siendo un Zetapé americano, aunque sólo fuera por la temeraria ausencia de sentido del ridículo que supone comparar Harvard con la muy meritoria Universidad de León

Ya desde el inicio mismo de las primarias en Estados Unidos, cuando Blanco anunció formalmente al mundo que se abstendría de condicionar el resultado, la actitud de los dos grandes partidos españoles ante las elecciones yanquis nos ha retrotraído a una estética de la desolación que parecía enterrada para siempre en los archivos del No-Do. Así, como en un remake castizo de La noche de los muertos vivientes, ahí está otra vez aquella añeja retórica de la caspa y el complejo de inferioridad, sazonada con su correspondiente plástica. Algo incalificable que oscila entre el remedo de Pepe Isbert leyendo el discurso del alcalde de Villar del Río en Bienvenido mister Marshall, y el repertorio completo de las muecas de Alfredo Landa en Cateto a babor.

Helos ahí, todos, desde la paleoderecha de Atapuerca representada por Fraga y su delfín Gallardón hasta Zapatero, juntos y en unión, corriendo en auxilio del ganador. Y sacándose respetuosamente el sombrero al paso de Obama, por aquello de que siempre conviene estar a buenas con el señorito de la finca. En la frontera de lo cómico el PSOE al propalar que el candidato de los demócratas vendría siendo un Zetapé americano, aunque sólo fuera por la temeraria ausencia de sentido del ridículo que supone comparar Harvard con la muy meritoria Universidad de León. En la linde de lo patético los otros al verbalizar su "miedo" a Palin, aunque sólo fuera porque su hombre, Obama, ha sido fiel monaguillo durante veinte largos años de un iluminado que en multitud de países habría acabado en la cárcel por promover la xenofobia más delirante.

Por lo demás, si el sueño americano consiste en que el nieto de la vicepresidenta del Banco de Hawai pueda aspirar a la Casa Blanca, el bostezo español quizá resida en dejarse impresionar hasta el pasmo colectivo ante proezas de semejante calibre. Refinadísimo holograma, estudiado simulacro, elaborado vacío, estilizado humo, Obama encarna el enunciado más improbable de Ortega: "La nada nadea". Progresista nada que, por ejemplo, predica bombardear Irán en caso de no lograr que pongan freno a su programa de armamento nuclear. Actitud que, al parecer, contrasta con la del reaccionario McCain, que receta en su programa exactamente la misma medicina para los ayatolás. Carismática nada que, sin separarse ni siquiera un milímetro de lo ya previsto por Bush, aboga por una retirada escalonada y sin calendarios previos del Irak pacificado. Heterodoxa nada que, a diferencia de doña Sofía de Grecia pero al igual que McCain, propugna un significativo incremento del contingente de tropas que participa en la liberación de Afganistán.

En fin, ya sólo nos faltan Leire Pajín ySor Aya, las dos con bata de cola y entonando al alimón aquello tan bonito:Americanos/ vienen a España/ guapos y sanos/ Viva el tronío/ de ese gran pueblo/ con poderío/ Os recibimos/ americanos con alegría/ Olé mi mare/ olé mi suegra y/ olé mi tía.

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