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LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

Horror y esperanza

Estaba yo considerando cómo escribir este artículo de balance del año que ya termina cuando me llamó una de mis hijas, absolutamente entusiasmada por lo dicho en el Congreso por Mariano Rajoy este mediodía. Nada feliz por cómo lo había dicho, ya que al hombre le sigue estando vedado el carisma, pero sí con la mayoría de los contenidos.


	Estaba yo considerando cómo escribir este artículo de balance del año que ya termina cuando me llamó una de mis hijas, absolutamente entusiasmada por lo dicho en el Congreso por Mariano Rajoy este mediodía. Nada feliz por cómo lo había dicho, ya que al hombre le sigue estando vedado el carisma, pero sí con la mayoría de los contenidos.

Muchas son obviedades, pero hace tanto que nadie las expone desde el poder que merecen ser celebradas: una enseñanza de calidad, una mayor productividad mediante la supresión de la famosa institución española de los puentes —algo que siempre hay que explicar a los extranjeros—, energía de todos los tipos —no empleó la palabra nuclear porque hubiera sido excesivo—, un ministerio de Agricultura... En fin, cosas sensatas. Además de la reforma laboral con convenios de empresa, una reforma financiera para el saneamiento del sistema, etc. Todo lo que todos sabemos que se debe hacer pero que nadie hace desde hace demasiado tiempo.

Pero la cosa no es únicamente ésa de tener nuevo gobierno y mirar el mundo por una vez con sentido común. Eso es sólo el final, o el principio de 2012. Lo que pasó hasta ahora fue realmente dantesco. La clave de lo ocurrido está en el que se va, no en el que llega. Zapatero, que no es el peor presidente de la democracia, sino el peor gobernante que ha tenido España desde Fernando VII, tendría que haber abandonado la presidencia un año antes. Cada día de retraso en esa decisión ha sido una jornada agónica para España. Yo pensaba a menudo en aquel personaje de Peridis en las tiras de El País de los años noventa que siempre terminaba diciendo: "Y González sin dimitir". Zapatero sin dimitir. Acudiendo a reuniones y recibiendo órdenes del eje francoalemán, es decir, paseando su patética figura —por irrelevante— por los salones y obedeciendo a regañadientes, dejando siempre algo para mañana, a medio hacer. Y constantemente, como tan bien ha visto Santiago González, derramando lágrimas por doquier, fingidamente sentimental y empalagoso.

Este año no ha sido para mí como los anteriores: no he pasado el día a día pendiente de la información, leyendo varios periódicos por la mañana, escuchando la radio y con la tele puesta siempre. Como muchos de mis lectores saben, estoy enfermo. De un mal que ahora me va permitiendo, poco a poco, retomar ciertos hábitos. Es verdad que he echado de menos el enterarme de las cosas a medida que iban sucediendo, pero también es cierto que me he perdido poco, porque la mayor parte del tiempo ha sido pura espera. ¿De qué? De que Zapatero terminara de hundirse en la ciénaga que él mismo creó. Pero al precio de hundirnos en ella todos. Rajoy esperó. La prensa dice que "administró sus tiempos". Yo tenía la esperanza de que en algún momento dijera: "¡Váyase, señor Zapatero!", pero no fue así. No sé si hizo bien. En todo caso, la insistencia en lo modélico del traspaso de poderes me mosquea un poco.

Todo está decididamente peor que al principio del año. Y no sólo para nosotros. Obama, a quien yo sigo viendo como claro exponente de una deletérea política filomusulmana, ha salido de Irak: un broche de oro para su deriva política en Medio Oriente. Dice que no tiene dinero para seguir. Bueno, es de sospechar que Merkel tampoco lo tiene para seguir con nosotros, los despilfarradores. Tengo la impresión de que todo eso culminará con la implosión económica de Alemania, pero es temprano para aventurarse en afirmaciones: Dios nos coja confesados. Mientras tanto, el islam ha avanzado más en 2011 que en toda la década anterior, es decir, desde el 11 de setiembre de 2001.

Además del contumaz aferramiento de Zapatero al poder, con unas fechas electorales y un calendario de abandono de Moncloa exasperantes, ¿ha ocurrido algo? Además de vernos confirmados de un modo nada amable como los penúltimos de la clase entre las cuatro grandes economías del euro –Italia, con menos razones, parece estar peor–, ¿ha ocurrido algo? La respuesta es "no" en los dos casos. Tenemos que empezar de cero. Rajoy ha propuesto determinados cambios y les ha fijado fecha. En el balance del año próximo, si es que llego a hacerlo y si es que me toca hacerlo en público una vez más, espero poder ser un poco más positivo. 

 

vazquezrial@gmail.com www.izquierdareaccionaria.com

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