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MEDICINA Y SALUD
¿De qué murió Herodes?
Un científico estadounidense afirma ahora que lo que realmente mató al rey de Judea fue una enfermedad crónica del riñón y no una gonorrea, como se pensaba.Enrique Coperías

Los historiadores le consideran uno de los personajes más despreciables de la historia. Herodes I el Grande fue un rey brutal, caprichoso, paranoico, supersticioso y cruel. Hasta ahora, se pensaba que este rey de los judíos había fallecido a causa de una gonorrea, en el año 4 antes de nuestra era. Sin embargo, un científico estadounidense afirma ahora que lo que realmente mató al rey de Judea fue una enfermedad crónica del riñón.

Hijo de Antíparo el Idumeo, Herodes nació en Ascalón, en el año 73 a. de C. Buen general y hábil político, Herodes sabía que no podía alcanzar el poder sin la protección y el apoyo de los romanos. Para hacer realidad sus aspiraciones y crearse una legitimidad, contrajo nupcias con Mariammna, una princesa asmonea. De este modo, logró que Roma le atribuyera en el año 40 el título de rey de Judea. Unos años antes, Herodoto disputó el reino al último de los asmoneos, Antígono, y, con la ayuda de las legiones romanas, conquistó Jerusalén. Tras esta victoria se convirtió efectivamente en rey. Mal aceptado por los judíos, llegó a imponerse no sólo por su energía brutal y su falta de escrúpulos, sino también por sus cualidades como político y administrador. Durante los 36 años que duró su sangriento reinado, Herodoto mandó ejecutar a una esposa y tres de sus hijos y, según el Nuevo Testamento, ordenó la matanza en Belén de los niños varones. ¿Pero de qué murió Herodes?

Los textos históricos que hacen referencia a sus últimos años de vida relatan que Herodes sufría de picazones, dolores intestinales, falta de aliento, convulsiones en las extremidades y gangrena en los genitales. Estos síntomas han hecho pensar a los médicos que el rey de Judea falleció debido a una gonorrea, una enfermedad de transmisión sexual causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae. Incurable en aquellos tiempos, la gonorrea podía evolucionar de forma crónica y causar algunos de los síntomas que recogieron los historiadores.

El doctor Jan Hirschmann, profesor de medicina de la Universidad de Washington, no está de acuerdo con este diagnóstico. Hirschmann ha profundizado en los síntomas que presumiblemente acabaron con la vida de Herodes y se ha encontrado con cosas muy interesantes. En concreto, el profesor dirigió sus pesquisas hacia una de las molestias que afligieron al rey, el picazón. Primero, determinó qué enfermedades podían provocarlo y, luego, cuáles de las seleccionadas podían explicar los demás síntomas. "Cuando en una primera aproximación comprobé las patologías que podían causar picazón, enseguida me di cuenta de que la mayoría de ellas no cuadraba con el cuadro clínico de Herodes", dice Hirschmann. Y añade: "En un principio, pensé que el rey pudo padecer la enfermedad de Hodgkin —un cáncer del sistema linfático— y alguna dolencia hepática". Pero había una característica de la dolencia de Herodes que no encajaba en este diagnóstico, la gangrena en los genitales. "Finalmente llegué a la conclusión de que la explicación más plausible era que Herodes sufrió una enfermedad crónica del riñón que se complicó con una inusual infección de los genitales masculinos llamada gangrena de Fournier", explica este doctor.

Muy infrecuente, este tipo de gangrena fue descrito inicialmente por Baurienne, en 1764, y posteriormente por A. L. Fournier, en 1883, como un proceso gangrenoso de causa desconocida. Este cuadro clínico, que recibió apelativos tales como gangrena idiopática y gangrena estreptoscópica del escroto, se detecta por una infección que necrosa los tejidos blancos de la región genital. Hirschmann es de los médicos que son tentados a mirar al pasado para conocer mejor de qué morían nuestros antepasados. Las modernas técnicas de análisis genético permiten a los investigadores confirmar desde las relaciones familiares hasta las enfermedades que padecieron personajes históricos, siempre que puedan hacerse con algún resto biológico (pelos, sangre, huesos). Pero a veces, el médico no necesita de la tecnología para conocer qué enfermedad sufría un personaje concreto. Por ejemplo, un retrato puede convertirse en una auténtica radiografía.

No hay experiencia más instructiva que visitar una pinacoteca acompañado de un buen doctor y con dotes de Sherlock Holmes. Los detalles en el rostro y otras partes del cuerpo recogidos por el pintor permiten hacer un diagnóstico del personaje. Un museo de pintura puede, en cierto modo, sustituir a la sala de autopsias o una clase de anatomía. De hecho, esto es lo que hace el doctor Irwin Braverman con los estudiantes de la Universidad de Yale, en New Haven (Connecticut, EEUU). Tras contemplar durante un par de horas un cuadro, los futuros médicos han de hacer un diagnóstico de lo que están viendo. En palabras de Braverman, es una forma original y eficiente de aprender el arte de curar.