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OPINIÓN
Anamorfosis
La ciencia económica es contraintuitiva. La primera mirada suele dar una versión deformada de los fenómenos que es preciso verificar con el debido cuidado y el necesario estudio. Alberto Benegas Lynch (h)

Anamorfosis es una figura que aparentemente está deformada, a menos que se la mire desde cierto ángulo, en cuyo caso la figura en cuestión aparece debidamente proporcionada. Un caso típico es la célebre pintura de Hans Holbein (el joven) "Los dos embajadores", donde en la base del cuadro, a primera vista aparece algo que se asemeja a un pergamino que está tirado en el suelo al pie de los personajes. Sin embargo, como nos revela Federico Zeri, visto desde el ángulo derecho y por un orificio de un gran marco de madera que originalmente tenía esa pintura, se veía claramente una acabada calavera humana.

Puede hacerse una extrapolación metafórica del concepto de anamorfosis y aplicarla a la economía. El premio Nobel en Economía F. A. Hayek ha dicho, con razón, que la Economía es contraintuitiva. La primera mirada da una versión deformada de lo que en realidad es, lo cual debe comprobarse con el debido cuidado y el necesario estudio.

A primera vista, cuando alguien se desplaza en un lujoso automóvil y otra persona lo hace en bicicleta, el observador desprevenido suele concluir que sería bueno desprenderse de ambos vehículos y, por ejemplo, comprar un automóvil modesto para ambos. De ese modo, se suele decir, la solución resultaría más justa.

He aquí un caso de anamorfosis. No se ve que en una sociedad libre, aquel que mejor atiende las necesidades de sus semejantes vendiéndoles bienes y servicios de su agrado, en justicia debe recibir la retribución que los consumidores le asignan como consecuencia de sus compras. Esto hace de incentivo para que otros también estén atentos a las demandas de terceros e intentar dar así en la tecla. Si aciertan, ganan; y si se equivocan, pierden. Y no sólo esto: al asignarse los recursos de acuerdo a la eficiencia, aumenta la productividad, con lo que las consiguientes tasas de capitalización elevan salarios y, a su vez, el aumento de ingresos abre nuevas oportunidades para la producción y así sucesivamente. Por eso es que la economía es contraintuitiva. La primera intuición suele estar equivocada, debe hacerse un alto en el camino, tomar distancia y estudiar los nexos causales subyacentes desde otro ángulo.

Por último, para que el proceso antes señalado tenga lugar, se requieren marcos institucionales que respeten los contratos y, por ende, la propiedad privada. En última instancia, no hay países desarrollados o subdesarrollados, hay países serios y poco serios, ya que la riqueza no depende de la latitud geográfica, los recursos naturales o las etnias, sólo depende de que los gobiernos no interfieran con las acciones lícitas de las personas.

Alberto Benegas Lynch(h) es vicepresidente–investigador senior de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Argentina.

© AIPE

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