DIARIO  
Portada  
Opinión  
España  
Mundo  
Economía  
Bolsa  
Internet  
Sociedad  
Cultura  
Deportes  

[an error occurred while processing this directive]
 SERVICIOS  
Correo  
Postales  
Titulares  



HISTORIA
De nuevo las Brigadas Internacionales
El homenaje socialista a las Brigadas Internacionales sólo se explica en función de la ignorancia de la Historia o de la contumaciaPío Moa

Zapatero y los suyos acaban de rendir un fervoroso homenaje a las Brigadas Internacionales, cuya causa ha caracterizado aquel como "la más noble, la libertad de los humildes, la libertad de España". No hace tanto que César Vidal terminó de mostrar cómo aquellas brigadas no fueron sino un ejército particular de Stalin, "el padre de los pueblos", el "gran líder del proletariado mundial", cuyo nombre fue fijado con reflectores entre las estrellas, en uno de sus cumpleaños, y cuya defensa de "la libertad de los humildes" consistió en erradicar cualquier rastro de libertad, a humildes y menos humildes, en la Unión Soviética, aspirando a hacer lo mismo en España y en el resto del mundo, al coste de millones de víctimas. ¿Acaso Zapatero ha averiguado que esto es una falsedad de la "propaganda burguesa"? En tal caso, debería iluminarnos a todos al respecto, pues valdría la pena.

Naturalmente, como insisten los apologistas de las Brigadas, entre los componentes de éstas no había solo comunistas, sino también idealistas. Y también aventureros, y simples tontos –en realidad, los no stalinistas tenían algo, y aún bastante, de tontos. Hace poco, en un debate sobre el maquis, tuve ocasión de oír ocurrencias del mismo género. En el maquis, como en las brigadas, como en la Legión Cóndor o entre los voluntarios italianos, había de todo. Pero si algo caracteriza a esos cuerpos y les da su contenido histórico, no es su mayor o menor proporción de tontos, despistados o forzados por la necesidad, sino su mando efectivo y orientación política, correspondientes en los dos primeros casos a los comunistas, y en los otros dos a los gobiernos nazi y fascista respectivamente.

Y, por tanto, cuando se valoran la combatividad y hasta el heroísmo de dichos cuerpos, hay que referirlos a quienes luchaban convencidos y no a los casos patéticos de los engañados. En este sentido, la historia de las Brigadas Internacionales resulta especialmente triste, debido a los muchos cientos de víctimas causados en sus filas por la represión comunista, es decir, por sus propios reclutadores y jefes, empezando por André Marty, conocido en las propias brigadas como "el carnicero de Albacete". Un brigadista useño (de USA), llamado Sandros Voros, escribía después de la batalla de Teruel: "Los líderes del Kremlin, aunque nos proporcionan material, confían sobre todo en el terror. Oficiales y soldados son implacablemente ejecutados siguiendo sus órdenes. El número de víctimas es particularmente elevado entre polacos, eslavos, alemanes y húngaros. Son ejecuciones sumarias que el SIM lleva a cabo en secreto, en la mayoría de los casos".

El homenaje a las Brigadas Internacionales, aceptado en las Cortes —para descrédito de éstas—, por una derecha ignorante, hipocritona y pesetera (se cree "civilizada" por ejercer tan encomiables virtudes), viene a ser como si Aznar hiciera lo propio con la Legión Cóndor. ¡Qué digo igual, mucho peor! La Legión Cóndor, como el CTV italiano, se crearon en respuesta a la masiva intervención soviética desde octubre de 1936, incluidas las Brigadas famosas. La decisión de Stalin constituyó y forzó una escalada brutal en un momento en que las ayudas extranjeras de uno y otro bando eran pequeñas y estaban equilibradas, y ocasionó la prolongación de la guerra durante casi tres años, con la consiguiente multiplicación de víctimas y sufrimientos. Cierta historiografía izquierdista ha querido disimular —con éxito, desde luego— esta causa fundamental del alargamiento de la contienda, mediante disquisiciones y futuribles sobre si Franco pudo o no pudo haber tomado Madrid a finales de septiembre. Lo cómico es que quienes desearían ardientemente la derrota de Franco ¡le acusan de no haber tomado la capital entonces! Puestas así las cosas, ¿no habría tenido la culpa el Frente Popular, por no haberse dejado derrotar convenientemente en ese momento?

Algo más hace del homenaje socialista a las Brigadas peor que uno derechista a la Legión Cóndor. Ésta materializó y simbolizó la intervención nazi, la cual nunca llegó a amenazar la independencia española. Por el contrario, las Brigadas fueron parte de un montaje de "ayuda" que incluyó también la acción de la policía secreta de Stalin al margen de la ley y la autoridad "republicanas", la hegemonía del Partido Comunista en el ejército, o la apropiación de las reservas del Banco de España, sobre las cuales perdió el control el gobierno del Frente Popular, al punto de que nunca ha facilitado Moscú cuentas de ellas. Estas y otras "ayudas" convirtieron al bando izquierdista en un protectorado soviético, y dieron forma, en los hechos, a esa "libertad de España" ponderada por Zapatero.

A la derecha no se le ocurriría homenajear a la Legión Cóndor, menos todavía en las Cortes, debido a la inevitable asociación de dicha fuerza con el régimen nazi. Pero la izquierda carece de esas inhibiciones. No grita, claro, ¡viva Stalin!, sino ¡viva la libertad!, pero es la clase de libertad querida por Stalin. Ello indica hasta qué grado nuestra izquierda sigue asilvestrada, y cuán necesitada de una perestroika o algo así. Cabe preguntar: si, como es evidente, las Brigadas constituían un ejército staliniano bajo el férreo dominio de la Comintern, ¿de dónde viene esa cálida actitud del PSOE hacia ellas? Pues viene de que, como admitió Prieto cuando ya el asunto no tenía remedio, no fueron los comunistas, sino él mismo, Negrín y Largo Caballero, es decir, los socialistas de todas las facciones —salvo la de Besteiro— quienes auspiciaron la intervención de Stalin y le entregaron el oro, destruyendo así la independencia de la España que teóricamente ellos gobernaban.

Todas estas cosas están firmemente establecidas hoy día, pero Zapatero, o bien trata de mantener a los españoles en el engaño, o se engaña él mismo, por ignorancia. He constatado a menudo que la idea de los socialistas sobre su propia historia apenas pasa de cuatro vaguedades propagandísticas, pero en un dirigente, ese defecto resulta muy grave. Algunos dirán que, de todas formas, esa historia importa poco hoy día. ¡Frívolos majaderos!