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ENIGMAS DE LA HISTORIA
¿Quién ordenó el bombardeo de Guernica?
Durante décadas el bombardeo sufrido por la localidad de Guernica ha sido campo de batalla de discusiones en las que primaba el elemento político sobre el histórico.César Vidal

Mientras que el bando vencedor en la guerra civil española insistió en que la villa había sido destruida por los milicianos republicanos en retirada, en la actualidad el nacionalismo vasco insiste en que fue una acción de especial crueldad ordenada directamente por Franco para acabar con la resistencia vasca. Pero, en realidad, ¿quién ordenó el bombardeo de Guernica y por qué?

El 20 de abril de 1937, el general Mola reanudó la ofensiva que las fuerzas nacionales había lanzado sobre Vizcaya. Aunque el avance fue muy lento durante las primeras jornadas, el 25 el frente pareció experimentar un cambio sustancial. Deseoso entonces de dejar establecido el plan de acción para el día siguiente, Richthofen, que mandaba la unidad alemana de aviación conocida como Legión Condor, intentó establecer contacto con Vigón, su homónimo español, para disponer la acción del día siguiente. Finalmente, logró quedar citado con él para el 26 a las siete de la mañana. En paralelo, considerando que la toma de Durango era inminente, el estado mayor del ejército nacional situado en Vitoria preparó una nueva orden de explotación del éxito en dirección a Guernica. La orden fue cursada el 26 por la mañana, indicando que debía ser puesta en marcha el 28, esperando que para entonces habría caído Durango.

Aunque Richthofen logró acordar una cita con Vigón para las 7 de la mañana del 26, el contacto se producirá antes. De hecho, a las seis de la mañana Richthofen mantuvo una conversación telefónica con Vigón y, una hora después, se celebró el encuentro personal acordado el día antes. Richthofen estaba interesado en que la presión principal que se ejerciera aquel día procediera del norte. A esto Vigón señala que la I Brigada seguiría avanzando hacia Guernica y tendría órdenes de tomar Durango desde el noreste. En cuanto a la IV, aquella madrugada había tomado Eibar sin combate y ahora debía avanzar hacia Marquina y el oeste.

A la vista de esta situación, Richthofen y Vigón acordaron que la aviación alemana realizaría dos servicios de guerra. El segundo, que tendría lugar por la tarde, incluiría el bombardeo de Guernica. Este último episodio ha oscurecido hasta hacerlo caer prácticamente en el olvido el papel desempeñado por la Legión Condor en su primer servicio del día 26. En el curso del mismo, la A/88 y la J/88 actuaron sobre las carreteras de la zona de Marquina, Guernica y Guerricaiz. Esta última localidad fue arrasada, entre las dos menos diez y las dos y diez, por un bombardeo alemán en el curso del cual se arrojó una sesentena de bombas incendiarias y pesadas. La destrucción no resultó de escasa envergadura pero, como en el caso de Durango, quedará en buena medida eclipsada por la que aquella misma tarde llevará a cabo la Legión Condor en Guernica.

Eran sobre las cuatro y media de la tarde cuando llegó hasta la villa de Guernica el primer bombardero enemigo. Se trataba de un bimotor Dornier 17, procedente del sur, que volaba bajo. Tras virar noventa grados a la izquierda, dejó caer algunas bombas de 50 kilogramos sobre la ciudad que, en total, debieron alcanzar el número 12. Aquella acción provocó la lógica reacción entre los pobladores de la villa. La gente que había en Guernica corrió a guarecerse a los refugios en algunos casos y en otros optó por intentar protegerse en los caseríos y bosques de los alrededores.

Terminada su misión, el Dornier 17 emprendió el regreso. Fue en el curso del mismo cuando se cruzó con una patrulla italiana que se dirigía también hacia Guernica. A las tres y media de la tarde, esta había salido de Soria y estaba formada por tres Savoia 79. Su Misión era bombardear el puente de la villa. La inmediatez cronológica con la acción anterior iba a provocar la sensación de que Guernica estaba siendo bombardeada en distintas oleadas y de manera ininterrumpida. Los aviones italianos llegaron a su objetivo cerca de una hora después de despegar. Sus instrucciones eran muy claras. Debían "bombardear la carretera y el puente al este de Guernica, de manera que se obstaculice la retirada del enemigo". "Por razones políticas" no debían bombardear la villa. El contenido concreto de esas "razones políticas" no parece difícil de dilucidar.

Los italianos llevaban tiempo intentando conseguir la firma de una paz por separado con los nacionalistas vascos. Obviamente, hubiera carecido de lógica arrojar por la borda esos contactos previos a causa de una acción que, en términos militares, resultaba relativamente secundaria. El que los italianos arrasaran una ciudad del significado simbólico de Guernica podría provocar una reacción en los nacionalistas vascos que invalidara el esfuerzo político de meses. Por ello, el bombardeo debía limitarse a objetivos estrictamente militares situados en lo que podríamos denominar la periferia de la villa.

Los aparatos italianos no estuvieron sobre Guernica más de un minuto según se deduce de su propio parte. Durante una pasada única que discurrió en dirección norte-sur, arrojaron 36 bombas de 50 kilogramos, es decir, 1.800 kilos de bombas. Cuando se retiraron de Guernica, los daños ocasionados en la ciudad eran relativamente reducidos. Se limitaban prácticamente a algunos edificios. Entre ellos se encontraban una casa de tres pisos utilizada como centro de Izquierda Republicana, probablemente tocada por los italianos, y la iglesia de San Juan, seguramente alcanzada por el Dornier 17.

Apenas pasadas las cuatro y media, iba a tener lugar el tercer bombardeo de la ciudad. El mismo fue realizado por un Heinkel 111 que iba provisto de una escolta de aviones italianos. Se trataba de cinco Fiat al mando de Corrado Ricci "Rocca". A este tercer bombardeo, le siguieron un cuarto y un quinto también de escasa magnitud. Efectivamente, a las cinco y a las seis de la tarde, otros dos bimotores alemanes arrojaron también sus bombas sobre la villa. Sin embargo, la operación más importante aún estaba por realizarse. Como ya vimos, los Ju 52 de la Legión Condor habían realizado un servicio al mediodía. Dos horas y ventitres minutos después volvieron a despegar para su acción de la tarde. Se trataba de un tiempo normal ya que se necesitaban dos horas para cargar y preparar los aviones y a esto hay que sumar el espacio dedicado a la comida. Se había decidido realizar el bombardeo en una pasada que discurriera de norte a sur, iniciada desde el mar Cantábrico donde había que virar 180 grados y sobrevolando posteriormente la ría de Mundaca y el río Oca.

Los alemanes deberían haber realizado una pasada de tanteo que les permitiera afinar la puntería. De hecho, una orden de Salamanca de 6 de enero de 1937, firmada por el General Jefe del Aire ya había establecido que en caso de bombardear poblaciones debía precisarse el tiro para evitar víctimas civiles. Sin embargo, los alemanes decidieron renunciar a la pasada previa de tanteo. Esta circunstancia hace pensar que, a diferencia de los italianos, Richthofen, que había llegado a un acuerdo con Vigón para convertir Guernica en objetivo de la Legión Condor, no tenía ninguna prevención contra el bombardeo de la localidad.
br> De hecho, la combinación de bombas era la especialmente indicada para arrasar una población. Como Richthofen señaló en su Diario, las bombas incendiarias eran un tercio del total y los efectos de estos artefactos eran claramente conocidos tras comprobar los resultados obtenidos, por ejemplo, en el bombardeo sobre los bosques de pinos cercanos al puerto de Barazar.

¿Quiénes estuvieron implicados en la decisión de arrasar Guernica? Indiscutiblemente, Richthofen. El militar alemán señaló en su Diario que había llegado a un acuerdo con Vigón en virtud del cual iba a imprimir "a sus tropas un ritmo tal que todas las carreteras al sur de Guernica queden bloqueadas. Si lo logramos, embolsaremos al enemigo en torno a Marquina" (Diario, 26 de abril de 1937). De estas palabras se desprende que efectivamente Vigón aceptó la propuesta de Richthofen. Ahora bien, semejante decisión —que era muy inteligente en términos tácticos— contrariaba el plan inicial de Mola. Cabe preguntarse si Vigón pudo acordar con Richthofen aquella variación sin autorización del mencionado general pero en el improbable caso de que efectivamente la solicitara —y la recibiera— tuvo que tratarse de una orden verbal porque no existe ninguna constancia documental del hecho. Con todo, lo más sensato es concluir que Richthofen y Vigón adoptaron la decisión la mañana del 26 de abril por considerarla especialmente idónea para el avance de las fuerzas en cuyas filas combatían.

Era una decisión que debía tomarse con urgencia y como tal fue adoptada siguiendo criterios de oportunidad militar y no de carácter político. De hecho, de haberse analizado el aspecto político quizá Guernica no hubiera sido bombardeada ya que era una ciudad también cargada de simbolismo para los carlistas. No hubo pues un propósito de aniquilar la patria vasca ni mucho menos una orden en ese sentido dada por el alto mando nacional. No fue un plan de exterminio genocida contra los vascos sino la terrible combinación de la tecnología militar alemana con la deplorable incompetencia de las autoridades de Guernica para construir refugios o disponer de un sistema adecuado de extinción de incendios la que acabó provocando una tragedia en la que morirían algo menos de cien guerniqueses y buena parte de la localidad quedó arrasada.