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Funcionarios estadounidenses y detectives privados buscan la fortuna de Sadam Husein en Suiza

Sadam Husein tiene una fortuna personal valorada entre los 10.000 y 20.000 millones de dólares. Los aliados que lanzaron la guerra contra Irak pretenden bloquear sus fondos y los de su familia. Varios funcionarios del Departamento de Tesoro de EEUU llevan semanas trabajando en la búsqueda del botín de Sadam. Por el momento ya han localizado unos 1.500 millones de dólares.

L D (Nacho García Mostazo) John Fawcett, un abogado del bufete Kreindler and Kreindler de Nueva York, está en Suiza desde hace más de un mes. Investiga las cuentas de Sadam Husein y de sus testaferros. Su despacho ha presentado una demanda contra el Estado de Irak ante un tribunal de Nueva York en la que reclama 1.000 millones de dólares en nombre de 1.400 familias de víctimas de los atentados terroristas del 11-S. Pero Fawcett no es el único investigador privado que busca el botín del clan de Tikrit. Además, el propio Gobierno de los Estados Unidos ha enviado una circular a los ministerios de Economía de diferentes países, incluido España, para que investiguen y, en su caso, bloqueen las cuentas susceptibles de pertenecer a miembros de la familia de Sadam Husein.

Hasta el momento, funcionarios del Departamento del Tesoro estadounidense han localizado fondos del régimen iraquí por valor de unos 1.500 millones de dólares y, según fuentes financieras consultadas por Libertad Digital , ya se ha cursado la orden para bloquearlos. Sin embargo, se calcula que la fortuna personal del ex dictador oscila entre los 10.000 y los 20.000 millones de dólares y su propio dinero, como es obvio, o está protegido por el secreto bancario que impera en Suiza o, simplemente, no está a su nombre. A través de testaferros y hombres de paja, identidades falsas y empresas instrumentales, el depuesto líder iraquí esconde buena parte de su botín en cuentas bancarias dispersas por todo el mundo, desde Suiza hasta Jordania, pasando por Panamá, Irán, Siria, Turquía o Bielorrusia.

Una búsqueda iniciada hace más de una década

En 1991, durante la Guerra del Golfo, el presidente George Bush (padre) ordenó el bloqueo de todas las cuentas que guardaran relación con el régimen iraquí. Tras varios meses de trabajo, la operación concluyó con la intervención de unos 5.500 millones de dólares en Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Francia, Austria, Bélgica y Luxemburgo, entre otros países occidentales. El dinero bloqueado directamente por EEUU, unos 1.100 millones de dólares, se guardó en una cuenta del Departamento del Tesoro y ahora será enviado de nuevo a Irak para financiar su reconstrucción. Lo mismo ocurrirá con el dinero bloqueado en el Reino Unido, mientras que el resto de países esperan instrucciones de la ONU para ver qué hacen con aquellos fondos.

Al finalizar la guerra de 1991, el Estado de Kuwait contrató a la agencia de detectives Kroll para que investigara los fondos de Irak en el extranjero. Su objetivo era intentar cobrar las compensaciones impuestas a Irak por invadir Kuwait en agosto de 1990. Entre los datos que trascendieron del informe elaborado por Kroll, Sadam Husein, a través de una empresa instrumental llamada Montana Management –registrada en Panamá y con oficina en Suiza–, habría llegado a controlar el 8,4 por ciento del grupo editorial francés Hachette Filipacchi y el 2,5 por ciento de Matra, un consorcio galo de construcción de misiles y productos para la defensa.

Tras hacerse públicos estos datos, el Gobierno francés ordenó congelar los 90 millones de dólares invertidos por Montana en Hachette y Matra. Por su parte, un portavoz de Hachette confirmó recientemente al diario estadounidense The Washington Post que la empresa transferirá dichas inversiones a Irak cuando las Naciones Unidas reconozcan oficialmente a su nuevo Gobierno. La agencia Kroll, mientras tanto, siguen trabajando para localizar el botín del clan de Tikrit y algunos de sus hombres también llevarían varias semanas trabajando en Ginebra (Suiza).

Barzan al-Tikriti, jefe de la mafia

Uno de los tres hermanastros de Sadam Husein, Barzan al-Tikriti, es el hombre clave en la trama urdida para eludir la fiscalización sobre los fondos de la dictadura iraquí. A mediados de los años 80, Barzan fue destinado a Suiza como embajador de Irak ante la ONU. Antes había sido el máximo responsable del servicio de espionaje iraquí, y su nombre era sinónimo de crueldad. Según The New York Times , informes de los servicios secretos estadounidenses fechados en aquel entonces detallan cómo el hermanastro del dictador bebía cerveza mientras veía cómo los prisioneros políticos del régimen eran torturados hasta la muerte.

Desde su despacho en Ginebra, Barzan al-Tikriti tejió una madeja de contactos, empresas y testaferros que se dedicaron a lavar el incesante flujo de dinero que llegaba desde Bagdad. Según fuentes de la investigación consultadas por Libertad Digital , su firma, con distintas variantes y nombres, está reconocida hasta en un centenar de cuentas en varios bancos occidentales. En octubre del año pasado, después de que el Gobierno estadounidense pidiera reiteradamente a las autoridades suizas que le vigilaran muy de cerca, finalmente consiguieron que, al menos, le cancelaran una de sus tarjetas Visa. Ahora, con Barzan detenido en Bagdad desde hace casi un mes, los investigadores estadounidenses creen que su testimonio podrá servir para dar con parte del dinero del clan familiar de Sadam Husein.

Sin embargo, la Administración Bush es consciente de que su esfuerzo apenas servirá para recuperar una pequeña parte del botín. Fuentes cercanas a la investigación dijeron a Libertad Digital que decenas de miembros del depuesto régimen iraquí, algunos de ellos agentes del servicio de inteligencia, se habrían deshecho del dinero recientemente, comprando diamantes y oro, mucho más fáciles de ocultar. Otros testaferros que ocultaban fondos o que conocían de la existencia de algunas cuentas restringidas han hecho lo mismo que los saqueadores de Bagdad: llevarse todo lo que han podido. Desde Suiza, uno de los investigadores privados que buscan el botín de Sadam explicó a Libertad Digital que, a finales de marzo, mientras las tropas estadounidenses se dirigían a Bagdad, algunos individuos relacionados con el régimen transfirieron importantes sumas de dinero desde cuentas estatales a sus cuentas personales en el Banco Internacional de Palestina.

Apenas unos días antes de que se iniciara la guerra, también el propio Sadam Husein sacó del Banco Central de Irak una suma redonda: 1.000 millones de dólares. Los responsables del robo fueron su hijo Qusay y su secretario personal, Abid al-Hamid Mahmood, según publicó el diario The New York Times .

“Un golpe de suerte”

En la carrera para encontrar el dinero de Sadam que protagonizan los investigadores privados y los funcionarios estadounidenses, estos últimos piensan que el éxito de su misión dependerá de “un golpe de suerte”, según fuentes del Departamento del Tesoro, que afirman que su prioridad ahora consiste en desentrañar en un breve plazo de tiempo los documentos rescatados del expolio en los ministerios y viviendas de los jerarcas del régimen en Bagdad. Según las fuentes consultadas por Libertad Digital , “quizá podrían aparecer datos de algunas transacciones que nos pongan sobre una pista veraz”.

De hecho, tras la caída de Bagdad, el pasado 9 de abril, miles de documentos sensibles de los servicios de inteligencia iraquíes y de varios ministerios se salvaron gracias a la resistencia interna contra Sadam. Familiares de presos políticos del régimen, perfectamente coordinados con las autoridades estadounidenses, han recuperado muchos archivos recorriendo las viviendas de los saqueadores de Bagdad. Los documentos fueron acumulándose en una discreta vivienda a las orillas del Tigris, según fuentes militares estadounidenses consultadas por Libertad Digital .

Aunque los servicios de inteligencia de EEUU afirman que los documentos más importantes no están en su poder porque, al parecer, salieron de Bagdad al inicio de la guerra, estos otros que acaban de recuperar podrían permitirles “armar el rompecabezas”, según fuentes del espionaje militar estadounidense, que recientemente han trasladado las cajas metálicas con los archivos rescatados a otro lugar seguro: un antiguo recinto del Ejército iraquí convertido ahora en una base de operaciones del cuerpo de Infantería de EEUU.

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