(Libertad Digital) Este año se votaba Eurovisión por teléfono. Pero ni siquiera así han conseguido despistar a José Luis Uribarri. Muchas son los sondeos que hemos escuchado hasta ahora, que estamos en día electoral, pero ninguno tiene una aproximación a la realidad tan certera como los de nuestro presentador de la gala de Eurovisión. Lo acertó todo. Tal vez sea eso lo más interesante de lo visto este sábado por la noche en la televisión. Tampoco hay que pasar por alto la organización que ha desarrollado (con medios prestados pero con imaginación) la ciudad de Riga: por primera vez se veían en el marcador los resultados con claridad gracias a un sencillo pero ingenioso diseño que iba cambiando el orden de los países según conseguían los resultados.
En lo que a las canciones se refiere, Beth pagó los nervios, el elevadísimo volumen de sonido del coro (se le oía más que a ella) y un par de gallitos fuera de tono. El triunfo requiere más práctica que unos meses en una academia. Turquía exhibió a una buena cantante y una coreografía vistosa y agresiva y Bélgica presentó una composición más propia de Mike Oldfield que del mercado eurovisivo.
Las rusas de Tatu (las que no tienen teléfono) al final no se desnudaron pero consiguieron muchos más puntos de los merecidos precisamente por decir que se querían desnudar. Es decir, que ejecutaron la vieja táctica de la promoción-escándalo.
Poco más se puede destacar, salvo el estrepitoso fracaso de Reino Unido que se quedó en el cero absoluto (algunos piensan que la guerra ha llegado hasta el mundo musical) y un "cantante" de Austria que parecía haberse colado como espontáneo consiguiendo sin embargo un elevado puesto. Por último, parece que el tópico de que el idioma es uno de los obstáculos de la Unión Europea ya no tiene peso. La gran mayoría cantó en inglés. Si el año pasado la "Rosa de España" eligió como estribillo el "Europe is living a celebration", esta vez ha sido Ucrania la que ha buscado el impacto con un "hasta la vista" bien pronunciado.
En lo que a las canciones se refiere, Beth pagó los nervios, el elevadísimo volumen de sonido del coro (se le oía más que a ella) y un par de gallitos fuera de tono. El triunfo requiere más práctica que unos meses en una academia. Turquía exhibió a una buena cantante y una coreografía vistosa y agresiva y Bélgica presentó una composición más propia de Mike Oldfield que del mercado eurovisivo.
Las rusas de Tatu (las que no tienen teléfono) al final no se desnudaron pero consiguieron muchos más puntos de los merecidos precisamente por decir que se querían desnudar. Es decir, que ejecutaron la vieja táctica de la promoción-escándalo.
Poco más se puede destacar, salvo el estrepitoso fracaso de Reino Unido que se quedó en el cero absoluto (algunos piensan que la guerra ha llegado hasta el mundo musical) y un "cantante" de Austria que parecía haberse colado como espontáneo consiguiendo sin embargo un elevado puesto. Por último, parece que el tópico de que el idioma es uno de los obstáculos de la Unión Europea ya no tiene peso. La gran mayoría cantó en inglés. Si el año pasado la "Rosa de España" eligió como estribillo el "Europe is living a celebration", esta vez ha sido Ucrania la que ha buscado el impacto con un "hasta la vista" bien pronunciado.