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Schroeder logra el apoyo del SPD a su plan de reformas, aunque no convence a los críticos

El canciller alemán, Gerhard Schroeder, ha logrado este domingo lo que necesitaba: un amplísimo apoyo de los militantes socialdemócratas al plan de reformas sociales que ha planteado su Gobierno, pero sigue sin convencer a los críticos, que ven en el proyecto el comienzo del fin del estado social de bienestar.

L D (EFE) En un discurso más bien sobrio –con momentos apasionados premeditados, sobre todo a la hora de hacer guiños a los sindicatos– el presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Gerhard Schroeder, desgranó uno a uno los puntos de la denominada Agenda 2010, pero sobre todo intentó hacer comprender a sus correligionarios que Alemania no puede seguir como hasta ahora. "Por supuesto que necesitamos una política que fomente el crecimiento y el empleo, pero necesitamos más que eso, necesitamos un cambio de mentalidad", exclamó Schroeder ante los 524 delegados al congreso extraordinario del SPD que siguieron su discurso, de una hora escasa.

Finalmente, y para alivio del canciller alemán, alrededor del 90 por ciento de los delegados dio su aprobación a las medidas de recorte social, que Schroeder definió como "necesarias" para conseguir que el estado de bienestar pueda sobrevivir en el futuro. El objetivo básico de las reformas es abaratar el trabajo para hacerlo más competitivo en el concierto internacional, y los tres puntales son la reforma de la sanidad pública, del mercado laboral y del sistema de jubilaciones. "Tenemos que tener el valor de decir la verdad. Debemos tener el valor de reconocer que el número de parados no sólo ha subido a 4,5 millones por motivos coyunturales, sino que también hay razones estructurales", dijo Schroeder, quien hasta no hace mucho siempre atribuyó la crisis alemana a la debilidad económica mundial.

Este domingo, sin embargo, dijo que Alemania se ha quedado atrás respecto a la mayoría de los socios europeos y que sólo las socialdemocracias que supieron emprender reformas a tiempo, como la sueca y la finlandesa, siguen en el poder, y que otras que no lo hicieron, como la francesa, tuvieron que ceder el gobierno a los conservadores. "Vengo de San Petersburgo, de una cumbre entre la UE y Rusia, y esta noche estaré en Evian (Francia) en la del G-8. Lo que os pido es que pueda viajar allí con el mensaje de que el gobierno alemán ha entendido el mensaje y ha emprendido las reformas necesarias", dijo, para pedir una vez más la cohesión de un partido que, desde su perspectiva, no le ha puesto fáciles las cosas.

Más clara fue la ministra de Cooperación Económica y Ayuda al Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, al describir lo que, según ella, debía ser el mensaje principal del congreso: cerrar filas en torno al canciller para evitar que ocurra lo que algunos medios han venido pronosticando en las últimas semanas, la caída del gobierno roji-verde. Al final, la amenaza indirecta de dejar el gobierno si no lograba el apoyo a la Agenda 2010 surtió efecto, y Schroeder consiguió el apoyo que necesitaba, aunque la pasión con la que fue aclamado más de un disidente permite sacar la conclusión de que la discusión no acaba con este congreso. Así, Ottmar Schreiner, uno de los abanderados de la disidencia interna, cosechó durante su breve intervención un aplauso ferviente que culminó en una petición insólita de "bises".

Previamente, el ex-secretario ejecutivo del SPD había lamentado que su partido estuviera dispuesto a aprobar un programa que, a su juicio, en vez de crear empleo generará más paro y echará por la borda buena parte del programa electoral con el que concurrió esta formación a las últimas elecciones. Similar fue la crítica de otras de las voces disidentes de los últimos meses, como la diputada Sigrid Skarpelis-Sperk, quien se indignó al considerar que el gobierno hacía oídos sordos a las previsiones de algunos economistas, que creen que el plan desembocaría en más déficit y desempleo. "En invierno tendremos 100.000 parados más y 16.000 millones más de déficit público", auguró.

No obstante, la mayoría de los institutos económicos no son tan malos agoreros y han respaldado el plan de Schroeder. Además, hace una semana, un centenar de expertos firmaron un manifiesto en el que pedían el respaldo a la Agenda 2010. Pero lo que quizás más reconfortó a Schroeder fueron las palabras de apoyo de dos veteranos de la socialdemocracia, el viejo pacifista y a menudo conciencia del partido, Erhard Eppler, y el ex-presidente Hans-Jochen Vogel. "El mensaje de este congreso no debe ser que los socialdemócratas han echado por la borda sus valores, sino que los socialdemócratas han entendido en qué mundo viven", dijo Eppler en un tono similar al que utilizó Vogel, quien además alabó el estilo "conciliatorio" con el que Schroeder trata a sus críticos.

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