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Luis Ángel Rojo dedica a Galdós su discurso de ingreso en la Real Academia Española

El economista Luis Angel Rojo reflejó este domingo, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, la pasión que Galdós sintió por España a lo largo de su vida, y la decepción que la sociedad de su época, de la que tanto esperaba, le fue causando conforme pasaban los años y veía sus ilusiones rotas.

L D (EFE) "La obra de Galdós es, en cierto modo, la historia de una decepción", decía hace unos días el ex gobernador del Banco de España, y fue ese desencanto creciente el que hoy desgranó de forma magistral en la ceremonia de ingreso en la Academia, que estuvo presidida por el Rey y que contó con la presencia, entre otras personalidades, de la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo.

Hombre "absolutamente clave en la evolución económica de su tiempo" -como luego afirmaría en la respuesta Eduardo García de Enterría-, Luis Angel Rojo (Madrid, 1934) sorprendió hoy a más de uno al no dedicar su discurso a la economía y centrarlo, por el contrario, en "La sociedad madrileña en Galdós". Pero antes de entrar en materia y de elogiar la figura de su antecesor en el sillón "f", Jesús Aguirre, Duque de Alba, Rojo destacó la importancia del español como "uno de los mayores activos" de los países de habla hispana, razón por la cual "los esfuerzos por mantener, actualizar y depurar nuestro idioma son una inversión económica de gran importancia".

Un recuerdo a su antecesor en el sillón

El nuevo académico recordó la trayectoria intelectual de Jesús Aguirre y destacó el "papel relevante" que desempeñó en el mundo de la disidencia antifranquista y su labor en el ámbito editorial, desde el que "se esforzó por difundir líneas importantes del pensamiento contemporáneo".

Madrileño "con vocación madrileña", como él mismo se considera, Luis Angel Rojo dibujó el mapa de la sociedad madrileña de la segunda mitad del XIX y principios del XX tal y como la veía ese "novelista insigne, observador profundo y español lúcido, que fue don Benito Pérez Galdós", que llegó de Las Palmas a Madrid en 1862, con diecinueve años y enviado por sus padres para estudiar Leyes. Vano deseo el de sus progenitores, porque Galdós, que ya traía de Canarias "una temprana vocación literaria", se distinguió pronto por "los frecuentes novillos" que hacía y por gandulear por las calles, donde encontraba "unas enseñanzas más amplias que las universitarias".

El novelista llegó a Madrid en un momento interesante: "la ciudad estaba registrando importantes transformaciones sociales y urbanas; la actividad económica vivía una etapa de auge (...); la vida literaria comenzaba a acusar el soplo de nuevos vientos europeos y el ambiente político estaba cargado de fermentos antigubernamentales que se acentuarían en el tiempo hasta conducir a la revolución de 1868", afirmó Rojo en su discurso, cuajado de referencias a la evolución económica y social de España a lo largo del siglo XIX.

Galdós, el progresista liberal

Galdós fue un liberal progresista que depositó su confianza en la clase media. En ella estaba "el hombre del siglo XIX con sus virtudes y sus vicios", según puede leerse en un artículo publicado en la "Revista de España", en 1870, el que el autor de "Tormento" proponía que la narrativa española debía basarse en la observación de la realidad y ofrecer un fiel retrato de la sociedad. La época que le tocó vivir al escritor no fue tal como él la había soñado. Galdós, decía hoy Rojo, "había esperado la construcción de un Estado liberal próspero, tolerante y abierto a las nuevas ideas, de las manos de unas clases medias firmes en sus convicciones y en su voluntad de trabajo y progreso; y se encontraba con una sociedad de aspiraciones mezquinas en la que los principios y las actitudes morales habían cedido ante el instinto adquisitivo y la veneración de las apariencias y formas".

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