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El Estudiantes humilla al Barcelona (85-67) y recorta su desventaja en las semifinales de la ACB

El Palacio de Vistalegre, capaz de reunir a 15.000 espectadores, ha sido escenario de la paliza que el Adecco Estudiantes le ha propinado al Barcelona, en el tercer partido de las semifinales de la Liga ACB, donde el alero serbio Nikola Loncar, con 24 puntos, se ha dado un festival de triples. Este miércoles se disputa el tercer encuentro de la otra semifinal entre Unicaja y Pamesa Valencia (1-1).

L D (EFE) El empuje del público madrileño ha puesto en la balanza el único factor que el Estudiantes echó de menos en la Ciudad Condal durante los dos primeros choques de la serie: la presión exterior, un elemento clave para el ánimo de los equipos y, cómo no, para una complicada papeleta arbitral. El Barcelona aterrizaba en Vistalegre con el seguro de vida que representa el 2-0 en una semifinal para encontrarse con un público susceptible a cualquier sonido de los silbatos y un equipo, el Estudiantes, poseído, en estado de catarsis, herido en su amor propio, obsesionado con hacer valer su baloncesto y saldar las cuentas pendientes que traía en la maleta del puente aéreo. La adrenalina colegial paralizó al bloque del serbio Svetislav Pesic, reunido en tiempo muerto con los suyos a los cuatro minutos y con 7-0 en contra. La hiperactividad estudiantil justificaba más que de sobra la convocatoria del serbio.

Pesic leyó la situación con una gran claridad de mente. Ni siquiera le tembló el pulso para, tres minutos después, sentar a su compatriota Dejan Bodiroga y al ítalo-esloveno Gregor Fucka para dar paso a los jóvenes César Bravo y Alfonso Alzamora. La marea local había atropellado a todo su equipo, incluso a las dos estrellas más rutilantes. Los puntos llovían en el aro azulgrana desde el perímetro -desde allí hasta con algún triple de Felipe Reyes- y a través de un juego interior desbocado al que, pese a todo, Roberto Dueñas plantó cara en una lucha impresionante. La defensa barcelonista no daba a basto para tapar todas las vías de agua que el ataque colegial le abría cada que vez que se lanzaba sobre la cesta. Catorce puntos de diferencia a los ocho minutos (22-8) marcaban el grado de conmoción que sufría el Barcelona, empequeñecido como pocas veces se le ha visto esta temporada.

El Estudiantes mordía, no daba un balón por perdido y, sobre todo, jugó una defensa impecable, atenta a las ayudas, perfectamente estudiada en todos los movimientos sobre Bodiroga y Fucka, blindada en el rebote y con la mezcla justa de eficiencia y agresividad. La magnífica integración del banquillo local a la dinámica de juego impuesta sobre la pista anunció el cuarto choque con muchísimo tiempo por delante a pesar de tratarse del Barcelona, un experto en finales apretados, la mejor especialidad de Bodiroga y el, en esta ocasión, apagado lituano Sarunas Jasikevicius.

Sin embargo, en esta ocasión el Barcelona no iba a tener la posibilidad de cambiar su suerte al filo de la bocina. A ocho minutos del final, con Reyes obcecado en pelearlo todo, la grada encendida y dieciocho puntos de distancia entre los colegiales y los de Pesic (69-51), sólo un cataclismo habría permitido un epílogo igualado. La ACB no conocerá el nombre de ningún finalista, como poco, hasta el próximo jueves, día del cuarto choque de la serie, de nuevo en Vistalegre, una pista que esta temporada ha visto al Barcelona derrotado en sus dos visitas a los chicos de Pepu Hernández.

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