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La organización terrorista Al-Qaeda ordenó y financió los atentados de Casablanca

Según publica este martes el diario The Washington Post, los terroristas que ejecutaron los atentados de Casablanca no estaban fichados por la policía marroquí y trabajaron sin problemas en la organización de los ataques, que fueron ordenados y financiados por Al-Qaeda. Los atentados de Casablanca dejaron 43 muertos el pasado viernes 16 de mayo, entre ellos tres españoles.

(Libertad Digital) Fuentes de los servicios de investigación marroquíes han explicado al diario The Washington Post que los terroristas que ejecutaron los atentados en Casablanca, que dejaron 43 muertos el pasado viernes 16 de mayo, tuvieron una reunión previa para coordinar los últimos detalles del ataque. El mencionado rotativo reconstruye, según las citadas fuentes, los pasos seguidos por los terroristas antes de los cinco ataques simultáneos. Al parecer, cinco horas antes de los atentados, los 14 hombres que participaron se reunieron en el suburbio de Carriere Thomas (al norte de Casablanca) para iniciar el ritual que los llevaría a cometer los mortales atentados.

Uno de ellos, Mohamed Omari, de 24 años, era el cabecilla que coordinó a los cinco equipos suicidas. Entre las 20:00 y 20:30 horas de aquel viernes, cada grupo partió hacia los destinos ordenados: el restaurante de la Casa de España, la Alianza israelita, un cementerio judío, el Consulado de Bélgica y el Hotel Safir, lugar al que se dirigió precisamente Mohamed Omari. Entre los muertos se encontraron los cuerpos de 11 terroristas pero ninguno de ellos era el de Omari, aparentemente porque se arrepintió en el último minuto, según las mismas fuentes, aunque poco después fue arrestado por la policía local junto a dos colaboradores.

Omari fue quien eligió los blancos de los atentados sin que necesitara la aprobación de Al-Qaeda, ya que la organización de Ben Laden sólo quería que se cometieran atentados terroristas en Marruecos, un país "listo para ser liberado" según se le oyó decir en una reciente grabación al cabecilla de la organización criminal. De hecho, los investigadores marroquíes consultados por The Washington Post afirman que, en efecto, el ataque fue obra de Al-Qaeda, deducción a la que llegan tras analizar la manera en que los terroristas se organizaron y cómo detonaron los explosivos. Todos ellos estaban coordinados y llevaban relojes para hacer coincidir todas las detonaciones. Estos métodos se explicaban en algunos documentos y guías hallados en Afganistán tras la caída del régimen talibán.

The Washington Post agrega que la organización de Osama ben Laden planificó durante meses el atentado y que el responsable máximo del mismo es Abu Musab Zarqawi, quien recibió entre 50.000 y 70.000 dólares para su ejecución. Zarqawi era ya conocido como líder del grupo terrorista Al-Tawhid, considerado anteriormente como una organización aliada de Al-Qaeda, aunque ahora los investigadores parecen inclinarse por la teoría de que Al-Tawhid es uno más de los grupos integrados en la propia organización de Ben Laden. Según fuentes de los servicios de inteligencia estadounidenses, Abu Musab Zarqawi estuvo en Irak antes de la guerra, pero después parece que se refugió en Irán.

Según fuentes de la investigación, ninguno de los terroristas que participaron en los ataques era conocido, pese a la constante vigilancia que, desde el año 2001, mantenía la Policía marroquí sobre algunos supuestos miembros de Al-Qaeda en su territorio. Sólo después de los atentados la Policía pudo saber que un hombre de unos 30 años y procedente de la ciudad de Fez, que murió en la cárcel tras ser arrestado, fue uno de los organizadores junto a Omari, además de descubrir que otro ciudadano marroquí, no identificado y residente fuera del país, era el contacto entre Abu Musab Zarqawi y Al-Qaeda.

La investigación también se centró en las actividades que se realizan en el suburbio de Carriere Thomas. Según la información entregada por un periodista que vive allí, estas personas, que a la postre fueron los responsables de los ataques, estaban desempleadas y se reunían cada vez más para charlar varias horas, en especial sobre temas relacionados con el islamismo y la "Yihad" o "guerra santa". Incluso se dejaron crecer las barbas y se vistieron con túnicas, en lugar de los usuales pantalones. Pese a eso, las autoridades no tomaron en cuenta su creciente fanatismo.

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