L D (Agencias) Trichet ha sido exonerado esta semana por la Justicia francesa de toda imputación delictiva en los difíciles momentos vividos por el banco público francés Crédit Lyonnais a comienzos de los años 90, que culminaron con la quiebra del por mucho tiempo segundo banco de Francia. Será el Consejo de Economía y Finanzas de la UE, el Ecofín, el que adoptará las provisiones oportunas para elevar a Trichet a la presidencia del poderoso instituto emisor de la Eurozona, sustituyendo en el cargo al holandés Wim Duisenberg, que lo ocupa desde que la institución fuera creada, el 1 de enero de 1999.
Duisenberg aceptó prorrogar su estancia al frente del BCE el pasado mes de marzo, cuando los líderes comunitarios le pidieron que retrasara su anunciada jubilación, a la espera de las decisiones que adoptaran los tribunales franceses sobre Trichet. El presidente del Banco de Francia, hombre de reconocido prestigio en el mundo de las finanzas, fue en todo momento el candidato de Chirac a la presidencia del BCE, durante la tortuosa cumbre europea de mayo de 1988 que tomó las decisiones últimas para el lanzamiento de la moneda única.
Kohl, entonces canciller de la República Federal que promovía a Duisenberg, muy bien visto por el Bundesbank (el banco central alemán), y Chirac, mantuvieron un pulso de hierro durante buena parte de la noche, que concluyó con un compromiso rocambolesco, muy del estilo de los que se construyen en la Europa comunitaria para avanzar: Francia aceptó a Duisenberg, pero el holandés se comprometió en privado (en público hubiera sido indigno) a dimitir a la mitad de su mandato de ocho años, para dar paso a Trichet. Duisenberg negó siempre la existencia de ese compromiso, que las actuaciones de la Justicia contra el francés hicieron peligrar. Pero, una vez aclaradas las cosas en los tribunales, y con Trichet libre de culpas, el holandés ha declarado su firme determinación de jubilarse, y el candidato francés del 88 asume la presidencia del BCE pero por un periodo que podría ser muy superior al de Duisenberg.
Duisenberg aceptó prorrogar su estancia al frente del BCE el pasado mes de marzo, cuando los líderes comunitarios le pidieron que retrasara su anunciada jubilación, a la espera de las decisiones que adoptaran los tribunales franceses sobre Trichet. El presidente del Banco de Francia, hombre de reconocido prestigio en el mundo de las finanzas, fue en todo momento el candidato de Chirac a la presidencia del BCE, durante la tortuosa cumbre europea de mayo de 1988 que tomó las decisiones últimas para el lanzamiento de la moneda única.
Kohl, entonces canciller de la República Federal que promovía a Duisenberg, muy bien visto por el Bundesbank (el banco central alemán), y Chirac, mantuvieron un pulso de hierro durante buena parte de la noche, que concluyó con un compromiso rocambolesco, muy del estilo de los que se construyen en la Europa comunitaria para avanzar: Francia aceptó a Duisenberg, pero el holandés se comprometió en privado (en público hubiera sido indigno) a dimitir a la mitad de su mandato de ocho años, para dar paso a Trichet. Duisenberg negó siempre la existencia de ese compromiso, que las actuaciones de la Justicia contra el francés hicieron peligrar. Pero, una vez aclaradas las cosas en los tribunales, y con Trichet libre de culpas, el holandés ha declarado su firme determinación de jubilarse, y el candidato francés del 88 asume la presidencia del BCE pero por un periodo que podría ser muy superior al de Duisenberg.