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París acoge la segunda reunión europea de los "antiglobalización", ahora "alter-mundialistas"

Los "antiglobalización", que ahora se denominan "alter-mundialistas" abrirán este miércoles su II Foro Social Europeo (FSE) en busca de una gran movilización ciudadana que incremente su influencia sobre Gobiernos e instituciones internacionales, a fin de alcanzar su objetivo de construir "otra Europa, otro mundo", lema de su cita parisiense.

L D (Agencias) El Foro Social Europeo (FSE) calcula que unos 60.000 "alter-mundialistas", que es como quieren ahora ser conocidos los "antiglobalización", acudirán a París y su "cinturón rojo" en los próximos cuatro días. Asisten 1.500 organizaciones, procedentes de 60 países, informa Efe.
 
Los dirigentes del movimiento social no se limitan a predicar esloganes contra el liberalismo salvaje o por una sociedad más justa, sino que esgrimen, orgullosos, que la presión de las masas movilizadas por ellos ha obligado a los Gobiernos a adoptar algunas de sus propuestas, como la reducción de la deuda exterior o el acceso a los medicamentos en los países pobres. A través de la fuerza de la calle, el movimiento contestatario ha ganado en influencia en los últimos años.
 
Las protestas cambiaron algunas políticas
 
Grandes instituciones económicas internacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC) o la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), han creado comités consultivos conjuntos con Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y reconocen la contribución de éstas a la hora de tomar decisiones. "La contestación ha sido un acelerador que nos ha obligado a revisar nuestro modo de funcionamiento", admite un alto dirigente del FMI en declaraciones al diario "Libération".

Los organizadores han renunciado de antemano a que las 1.500 organizaciones participantes firmen unas conclusiones comunes o hablen con una sola voz (el FSE no tiene portavoces), dada la diversidad de sensibilidades que se engloba bajo el nombre de "alter-mundialistas". De hecho, los roces entre asociaciones han empañado los días previos al FSE, en los que la cuestión del presunto antisemitismo de algunos ha planeado sobre el foro, con la figura del polémico intelectual suizo musulmán Tariq Ramadan en la picota.

Los "logros" en el haber de los "alter-mundialistas"

Pero más allá de la diversidad interna del movimiento, los organizadores del FSE hablan con orgullo de un puñado de "logros" que aseguran haber arrancado a los Gobiernos occidentales, o de su capacidad de movilización. Así, en la cita de Florencia de 2002, dicen que se fraguó la gran manifestación mundial contra la guerra de Irak del pasado 15 de febrero. "Esta manifestación se reveló como una de las mayores movilizaciones pacifistas de todos los tiempos", asegura Pierre Khalfa, dirigente del movimiento anti-globalización Attac y miembro del comité de organización del FSE.

Los enemigos de la globalización se apuntan en su "haber" el cambio de actitud de los países occidentales en temas como la flexibilización en el tratamiento de la deuda externa y del acceso a los medicamentos para los países pobres. Canadá ha sido el primer país que se ha decidido a producir medicamentos genéricos no patentados con destino a los países de Africa, sobre todo para detener el imparable avance del SIDA. "Si no hubiera habido una campaña de las asociaciones y de ONG 'alter-mundialistas', las multinacionales seguirían impidiendo a los países más pobres el acceso a los medicamentos genéricos", afirmó Khalfa.

Además, los contestatarios se apuntan el tanto de haber abierto el debate sobre la reducción de la deuda externa de los países pobres, un tema antes tabú y que en los últimos años figura sistemáticamente en la agenda de las grandes cumbres internacionales. Otro de los "trofeos" que exhiben los "alter-mundialistas" es el frenazo a la importación de productos genéticamente modificados (los famosos OGM) en la Unión Europea, aprobada inicialmente en 1996 pero que fue revisada tres años más tarde por la presión de un puñado de organizaciones que esgrimieron el argumento de la inseguridad alimentaria.

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