L D (Agencias) La marcha ha estado rodeada de un fuerte dispositivo policial por temor a que se produjeran incidentes.
El cortejo, que salió de la Plaza de la República poco después de las 13,00 horas y terminó sobre las 19,00 en la Plaza de la Nación, se presentó como un pulso de la comunidad musulmana a diez días de que comience el debate parlamentario del polémico texto, que prohíbe también las cruces grandes cristianas y las kippas judías. Además de la manifestación de París, se han celebrado desfiles y concentraciones en otras ciudades de Francia, como Marsella, Lille, Burdeos, Niza o Toulouse.
Abiertamente opuesto a estas manifestaciones, el presidente del Consejo Francés de Culto Musulmán (CFCM) y rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur, ha desaconsejado "formalmente" bajar a la calle para no acentuar la "islamofobia". Pero, tras mantener una cierta ambigüedad durante los últimos días, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF, próxima a los Hermanos Musulmanes e integrante mayoritaria del CFCM) lanzó el viernes un llamamiento a los musulmanes para que se manifiesten, aunque en "calma, serenidad y responsabilidad, en un espíritu ciudadano".
El ministro francés de Interior y responsable de los cultos, Nicolas Sarkozy, advirtió a los convocantes de las protestas que manifestarse no es "un factor de apaciguamiento". El número dos del Gobierno prometió hacer todo lo posible para "conducir al sosiego", y expresó su deseo de que todos comprendan que los "problemas se solucionan con calma y diálogo". Responsable de la redacción del texto, el ministro de Educación, Luc Ferry, insistió en que la futura norma no muestra "hostilidad" contra una religión en concreto sino que pretende defender el laicismo en la escuelas públicas.
De estas manifestaciones se ha desmarcado el influyente intelectual suizo y nieto del fundador de los Hermanos Musulmanes, Tariq Ramadan, quien advirtió contra los "grupos radicales, sectarios y agresivos" que tratan de "sacar beneficio del descontento de los musulmanes para ponerse en primera línea". Este texto puede reabrir la "guerra religiosa" en Francia, advirtió el cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, quien instó a los políticos a no "mezclarse" en asuntos religiosos.