L D (EFE) El héroe de la "revolución de las rosas", que en noviembre pasado desbancó al entonces presidente Eduard Shevardnadze, se convirtió en tercer jefe de Estado de este país sacudido por las guerras civiles, la miseria económica y su enemistad con Rusia desde su independencia de la URSS en 1991.
Sakashvili juró la Constitución e izó la nueva bandera del país, con la cruz roja de San Jorge, patrón de Georgia, en una ceremonia celebrada ante el Parlamento del país y con la participación de miles de personas, entre las que se encontraban los representantes de más de 20 países. Este fue el último acto de una revolución pacífica que comenzó el 23 de noviembre pasado con el asalto del Parlamento georgiano por la oposición liderada por Sakashvili y que condujo al día siguiente a la defenestración de Shevardnadze.
Elegido por mayoría absoluta en los comicios del pasado 4 de enero, Saakashvili apostó por recobrar una amistad con Rusia ensombrecida por el papel determinante que tuvo Moscú a principios de los noventa para que Abjasia y Osetia del Sur se separaran de Georgia. Ninguna de estas repúblicas secesionistas enviaron representantes a Tiflis para asistir a la jura de Saakashvili como presidente de Georgia.
Por el contrario, abjasios y osetas ya han subrayado que resistirán, incluso con las armas, cualquier intento por parte de las nuevas autoridades de Tiflis de reintegrar esas repúblicas a Georgia. Las palabras de Sakashvili en su discurso de investidura no ofrecieron mucha tranquilidad en relación a esos conflictos, pues el jefe de Estado situó como objetivo prioritario de su presidencia la reunificación del país. "Tenemos que construir una nueva Georgia y unificar todas sus regiones. Debemos crecer fuertes y erradicar la corrupción. Tenemos que crear un país democrático", dijo el líder georgiano en un tono conciliador pero firme.
Horas antes, en una ceremonia militar anterior a la toma de posesión que tuvo lugar en Batumi, capital de la autonomía de Adzharia, Saakashvili había pedido al Ejército que estuviera listo "para cumplir las tareas más difíciles destinadas a restaurar la soberanía territorial del país y defender a sus habitantes". Saakashvili ha prometido que las elecciones presidenciales que le dieron la victoria "serán las últimas" en que no participan las dos repúblicas separatistas, anuncio recibido en Abjasia y Osetia del Sur como una provocación.
Aunque Sakashvili manifestó que quiere ver en Rusia (protector de abjasios y osetas) "no un enemigo, sino un aliado y un socio", el presidente georgiano dejó claro que su prioridad está en Occidente. "El pueblo georgiano es uno de los más antiguos de Europa. Siempre fuimos parte del entorno cultural europeo, de ahí que sea totalmente justa nuestra voluntad de integrarnos en las estructuras europeas", afirmó. No se olvidó de Estados Unidos y, con un tono emotivo, dio las gracias a Washington por la ayuda prestada a Georgia en los últimos años. "Cuando nuestra situación era más difícil, Estados Unidos nos tendió una mano y esto no lo olvidará nunca Georgia", afirmó Saakashvili.
Ministro de Justicia entre 1990 y 1991, cuando aún era protegido de un Shevardnadze a quien no dudó en combatir después, Saakashvili estudió en Estados Unidos, en la Universidad de Columbia, y conserva unas excelentes relaciones con Washington. Las elecciones presidenciales del 4 de enero, que han llevado a Saakashvili a la Jefatura del Estado, fueron sufragadas por EEUU. Sin embargo, los críticos de Sakashvili sostienen que esa gran amistad con EEUU fue clave para el éxito de la "revolución de las rosas" el 23 de noviembre de 2003.