L D (EFE) El presidente pidió que el Gabinete siga en funciones hasta la formación de otro nuevo, pero sustituyó inmediatamente a Kasianov por el hasta ahora viceprimer ministro Victor Jristenko.
"Esta no es una destitución del Gobierno, sino de Kasianov, pues, de acuerdo con la Constitución, Putin no puede deshacerse del primer ministro sin cesar al Gabinete en pleno", explica Serguei Markov, director del Instituto de Estudios Políticos de Moscú.
Con esa destitución, Putin cumplió la promesa que hizo a su predecesor de mantener en el poder durante todo su primer mandato a Kasianov, una de las figuras eminentes de la "Familia Yeltsin", clan de políticos y magnates agrupados en torno al anterior presidente. A lo largo de este mandato, Putin fue eliminando del tablero político a todas las "piezas" dejadas por Yeltsin y, a tres semanas de las elecciones, le llegó el turno al hasta ahora insumergible Kasianov.
En los últimos meses, las diferencias entre el presidente y su primer ministro se hicieron patentes y saltaron a los titulares de prensa. Los mayores puntos de desencuentro fueron marcados por el escepticismo de Kasianov ante la demanda de Putin de incrementar los ritmos de crecimiento económico y duplicar el PIB en diez años, y por su crítica a la persecución judicial al imperio petrolero "Yukos" y a su dueño, Mijail Jodorkovski.
A la detención de Jodorkovski, el pasado 25 de octubre, siguió la caída de su gran valedor en el Kremlin, el jefe de la Administración presidencial, Alexandr Voloshin, que velaba en las alturas del poder, junto con Kasianov, por los intereses de la "familia". La salida de Voloshin, el 30 de octubre, motivó una ola de vaticinios sobre la inminente destitución de Kasianov, pero Putin la retrasó hasta el fin de su mandato, dado el peso del primer ministro en la estrategia económica del Kremlin.
Según el analista Serguei Markov, Kasianov se mantuvo en el poder gracias a su condición de "gerente económico" y artífice de la estabilidad macroeconómica alcanzada en el país tras el colapso financiero de agosto de 1998. Como titular de Finanzas de Yeltsin, Kasianov ya había conseguido que los acreedores de Rusia en el Club de París accedieran a renegociar la desmesurada deuda soviética, habilidad gestora que le garantizó su supervivencia política en tiempos de Putin.
El analista económico Yevséi Gurvich estimó que el Gobierno de Kasiánov "tuvo muchos logros y resolvió prácticamente el grueso de los problemas macroeconómicos" del país, además de poner en marcha la reestructuración de los monopolios naturales y la reforma fiscal. Y aunque no logró culminar las esperadas reformas estructurales en la economía, supo aprovechar la favorable coyuntura internacional de los precios de los carburantes y acumular el mayor volumen de reservas de oro y divisas desde tiempos soviéticos, 88.000 millones de dólares.
Para Igor Bunin, director del Centro de Tecnologías Políticas de Rusia, con la destitución de Kasianov, Putin corta las alas a los grupos políticos y económicos que pugnan por dominar el Gobierno, y se deshace de un primer ministro crítico con las promesas electorales del presidente. En su opinión, las diferencias entre ambos "llegaron a su punto álgido por la negativa del primer ministro a subir el impuesto sobre la renta e incrementar la presión fiscal sobre las grandes petroleras".
Según el analista político Vitali Portnikov, con la caída de Kasianov, el clan político-económico agrupado en torno a Putin afianza sus posiciones en el poder con el control de las finanzas del país.
"Esta no es una destitución del Gobierno, sino de Kasianov, pues, de acuerdo con la Constitución, Putin no puede deshacerse del primer ministro sin cesar al Gabinete en pleno", explica Serguei Markov, director del Instituto de Estudios Políticos de Moscú.
Con esa destitución, Putin cumplió la promesa que hizo a su predecesor de mantener en el poder durante todo su primer mandato a Kasianov, una de las figuras eminentes de la "Familia Yeltsin", clan de políticos y magnates agrupados en torno al anterior presidente. A lo largo de este mandato, Putin fue eliminando del tablero político a todas las "piezas" dejadas por Yeltsin y, a tres semanas de las elecciones, le llegó el turno al hasta ahora insumergible Kasianov.
En los últimos meses, las diferencias entre el presidente y su primer ministro se hicieron patentes y saltaron a los titulares de prensa. Los mayores puntos de desencuentro fueron marcados por el escepticismo de Kasianov ante la demanda de Putin de incrementar los ritmos de crecimiento económico y duplicar el PIB en diez años, y por su crítica a la persecución judicial al imperio petrolero "Yukos" y a su dueño, Mijail Jodorkovski.
A la detención de Jodorkovski, el pasado 25 de octubre, siguió la caída de su gran valedor en el Kremlin, el jefe de la Administración presidencial, Alexandr Voloshin, que velaba en las alturas del poder, junto con Kasianov, por los intereses de la "familia". La salida de Voloshin, el 30 de octubre, motivó una ola de vaticinios sobre la inminente destitución de Kasianov, pero Putin la retrasó hasta el fin de su mandato, dado el peso del primer ministro en la estrategia económica del Kremlin.
Según el analista Serguei Markov, Kasianov se mantuvo en el poder gracias a su condición de "gerente económico" y artífice de la estabilidad macroeconómica alcanzada en el país tras el colapso financiero de agosto de 1998. Como titular de Finanzas de Yeltsin, Kasianov ya había conseguido que los acreedores de Rusia en el Club de París accedieran a renegociar la desmesurada deuda soviética, habilidad gestora que le garantizó su supervivencia política en tiempos de Putin.
El analista económico Yevséi Gurvich estimó que el Gobierno de Kasiánov "tuvo muchos logros y resolvió prácticamente el grueso de los problemas macroeconómicos" del país, además de poner en marcha la reestructuración de los monopolios naturales y la reforma fiscal. Y aunque no logró culminar las esperadas reformas estructurales en la economía, supo aprovechar la favorable coyuntura internacional de los precios de los carburantes y acumular el mayor volumen de reservas de oro y divisas desde tiempos soviéticos, 88.000 millones de dólares.
Para Igor Bunin, director del Centro de Tecnologías Políticas de Rusia, con la destitución de Kasianov, Putin corta las alas a los grupos políticos y económicos que pugnan por dominar el Gobierno, y se deshace de un primer ministro crítico con las promesas electorales del presidente. En su opinión, las diferencias entre ambos "llegaron a su punto álgido por la negativa del primer ministro a subir el impuesto sobre la renta e incrementar la presión fiscal sobre las grandes petroleras".
Según el analista político Vitali Portnikov, con la caída de Kasianov, el clan político-económico agrupado en torno a Putin afianza sus posiciones en el poder con el control de las finanzas del país.