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El Gobierno marroquí reconoce que hubo "insuficiencias" y "carencias" en el reparto de ayuda

El ministro marroquí de Comunicación y portavoz del Gobierno, Nabil Benabdala, ha salido al paso de las acusaciones de desorganización en el reparto de la ayuda a los damnificados por el terremoto de Alhucemas aunque reconoció que habían existido "insuficiencias" y "carencias".

L D (EFE) Consideró que éstas eran "normales" en situaciones catastróficas como la causada por el terremoto y aseguró que el Gobierno está haciendo todo lo que está en su mano para superar esas carencias y que se puede constatar que la organización "mejora día a día".

"Cuando hay una catástrofe natural como ésta, las primeras operaciones de socorro transcurren difícilmente y es raro, por no decir imposible, responder a todas las espectativas", afirmó el ministro. Añadió que "es natural que primero se trabaje a partir de las necesidades de la población y que posteriormente se organicen las ayudas".

Respecto a las manifestaciones de protesta de los damnificados por el reparto de las ayudas, señaló que el Gobierno entiende el nerviosismo de los afectados. Reiteró que toda la ayuda humanitaria recibida "ha sido distribuida sistemáticamente" entre los afectados y destacó que lo más necesario son ahora las tiendas de campaña y los alimentos. El portavoz del ejecutivo agradeció a los "países amigos" la ayuda recibida y confirmó que el rey Mohamed VI se trasladará este sábado a la zona afectada para "tranquilizar a la población".
 
Intento de organización

Mientras, las autoridades marroquíes intentan organizar mediante listas de familias el reparto de los cientos de toneladas de ayuda humanitaria que llegan al aeropuerto de Alhucemas, pero las protestas se repiten en las calles porque muchos afectados por el terremoto aún no han recibido nada.
 
Los camiones, cargados con tiendas de campaña, mantas y alimentos, están permanentemente escoltados por la Gendarmería para evitar los intentos de asaltos en las carreteras o cuando llegan a los campamentos de Imzuren o a las calles de la capital provincial, por ahora sus principales destinos.

En Alhucemas, grupos numerosos de jóvenes intentaron este viernes en repetidas ocasiones acceder a los cargamentos de los camiones organizando sentadas para detenerlos, si bien los agentes han logrado hasta el momento controlar la situación. Los afectados protestan por la "nula información" que se les ofrece y sostienen que el material donado "se reparte entre los amigos o se almacena, pero no llega a todos los que lo necesitan", comentaron en uno de los improvisados campamentos de Alhucemas.

Ante las quejas por un reparto desigual, en algunos campamentos los militares, encargados de la distribución del material, elaboran listados de las familias para que reciban los alimentos -harina, aceite y azúcar- en función del número de miembros. Pero ese sistema no se aplica en todos los sitios y los damnificados insisten en que no están recibiendo todo lo que se está recibiendo del extranjero. En los repartos de la ayuda humanitaria reinan los empujones y las protestas e incluso algunas mujeres lloran al verse expulsadas fuera del grupo y saber que van a regresar a sus jaimas sin nada que dar a sus hijos.

El abandono de las zonas rurales

Las más desatendidas son las zonas rurales pobladas de aldeas diseminadas y destruidas como Ait Kamara, donde los camiones del Ejército marroquí aún no han acudido. Allí los damnificados sobreviven gracias a los alimentos que les llevan los habitantes de otras localidades cercanas, porque la solidaridad ha unido a estos pueblos, que se sienten abandonados por el Gobierno de su país.

Entretanto, los cooperantes llegados desde distintos países y pertenecientes a diversas asociaciones humanitarias se encargan de mejorar las condiciones de vida en los campamentos mediante el reparto de material higiénico sanitario, la instalación de generadores eléctricos y la prestación de cuidados médicos menores. También varios grupos de la Federación de la Cruz Roja y la Media Luna Roja se dedicaron este viernes a recorrer las zonas rurales afectadas para hacer informes de evaluación de daños y necesidades y repartieron productos básicos entre sus habitantes.

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